

POR: Guadalupe Coronel
Recién iniciaba el ciclo escolar y ya teníamos mil actividades pendientes, tareas y trabajos que los profesores nos habían encomendado, en una de las materias me tocó hacer equipo con Marian, una de las chavas más lindas del liceo, su mirada tierna y sonrisa tímida me hacían pensar en ella más que en cualquier carga académica, en una ocasión acordamos ir a su casa para hacer una maqueta de la clase de diseño, no pude evitar sentir el morbo de tenerla cerca encerrados en su habitación.
Se llegó el día y puntual toqué el timbre, la puerta de madera se abrió y un aroma a vainilla impregnó al aire fresco, una hermosa mujer de cabello castaño y labios rojos me dejó impactado, era ella una diosa de curvas pronunciadas y pechos firmes, portaba un escote de ensueño y un pantalón entallado que me hizo sudar de inmediato, abriendo por completo la puerta me dice-¿eres Joaquín, el compañero de Marian, verdad?-, con una voz entre cortada le respondí que sí, era más que obvio mi nerviosismo.
Me invitó a pasar y me ofreció un vaso de agua fresca, sin responder y moviendo mi cabeza acepté el amable gesto, -Ahorita baja la nena, está terminando de ducharse-, me dijo la despampanante señora, mientras la esperaba sentado en el sofá no pude evitar observar a detalle su figura que me deleitaba la pupila, un colorido y pequeño tatuaje se ocultaba tras su muñeca, y su cabello largo la hacían lucir totalmente suculenta.
Regresa hasta donde me encontraba, me da el vaso de agua y ligeramente pude rozar sus manos, vaya que con tan pequeña acción pude sentir la firmeza en mí, ambos nos sentamos y ella me hizo un par de preguntas sobre la escuela y mis pasatiempos, no podía concentrarme realmente en mis respuestas, quizá ella notó como mi respirar estaba agitado y mi frente sudaba, por ello sonreía haciéndome sentir aún más nervioso.
-Eres un chico muy atractivo, de seguro tienes muchas amigas, una tos seca fue el pretexto ideal para no dar respuesta, ella de la manera más tranquila me dijo: es normal que un jovencito de tu edad tenga amigas para divertirse y pasarla bien-, a lo cual yo simplemente sonreí y rasqué mi cabeza, su comentario me puso mucho más impetuoso y el vigor en mí no pudo ocultarse.
Justo en ese momento Marian bajó las escaleras, su cabezo húmedo aún y una ligera bata de satín blanco hacían lucir su piel clara como un ángel sensual, un fresco aroma y sus ojos color miel me provocaron un profundo suspiro que procuré acallar, me sonrió y se sentó a mi lado, -disculpa la demora, moría de calor y decidí darme un baño-, calor, fue la única palabra a la cual puse atención.
Al estar todos sentados, sentí como acariciaba mi rodilla la señora y me decía que debía relajarme un poco y Marian rosaba mi brazo acentuando el consejo, mi corazón se aceleró impetuosamente y sentía que no podía resistir más, ambas fueron testigo de cómo mi pantalón hacía denotar mis emociones. Ninguna dijo nada, pero me miraron de una manera perversa que me hacía casi explotar, entonces Marian se pone de pie, me toma de la mano, nos dirigimos a su habitación y escuchamos la voz sutil cuando dijo: si necesitan ayuda recuerden que aquí está mamá.
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