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BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 14/04/2021

DEL TIANGUIS A LA GUBERNATURA

Además de ser diputada local, senadora y subsecretaria de la Sagarpa, Mely Romero también trabajó en un tianguis, donde vendía huevos. Cuando acude a los mercados, como parte de sus recorridos proselitistas, la identifican: ven a la misma mujer que desde hace dos años se desvelaba con ellos para vender sus productos.

Esa clase de experiencias son las que te dan los conocimientos empíricos, tan necesarios para implementar políticas públicas o acciones de gobierno que realmente beneficien a la población, porque están apegadas a la realidad. Y es que la mayoría de las veces los políticos viven en otra realidad, totalmente ajena a la de quienes se ganan el sustento día a día.

Al no conocer esta realidad –de quienes viven gracias a su esfuerzo y trabajo diario--, los gobiernos son indolentes e indiferentes a estos sectores. Un ejemplo claro de esto fue la falta de apoyos o incentivos fiscales del gobierno de AMLO durante esta pandemia.

En año 2020 y en este año, los negocios, empresas, desde las grandes hasta la más chiquitas, se tuvieron que curar como los animalitos del bosque: solos. Debido a eso desaparecieron más de un millón de micro, pequeñas y medianas empresas, lo que generó la pérdida de más de 647 mil empleos formales (INEGI-IMSS); y de acuerdo a datos del Banco de México (Banxico) en el trabajo informal 11 millones de personas dejaron de tener un ingreso en el 2020.

De ese tamaño fue y sigue siendo la crisis. ¿Qué hizo el gobierno? Nada significativo: no aplicó medidas contracíclicas como otros países, mucho menos un seguro de desempleo, tampoco condonó impuestos o amplió los plazos para sus pagos; dio unos créditos de 20 mil pesos, pero ya como parte de un programa que existía (créditos a la palabra) y no como una política pública específica para enfrentar esta crisis.

Y el resultado de esta indolencia se ve en los números. ¿Por qué? Pues porque el presidente en su vida ha trabajado en un puesto de mercado, mucho menos ha tenido un negocio, por lo que ignora totalmente la realidad de la inmensa mayoría de mexicanos que nos ganamos la vida trabajando.

Él es un político que toda su vida ha vivido de su trabajo político. Que creó un partido político y tuvo un sueldo gracias a las aportaciones –nunca transparentadas—de sus prosélitos. Eso no tiene nada de malo, pero lo hace parte de la casta que, hipócritamente, critica.

De ahí que sus políticas principales de bienestar se centran en dar dinero, programas asistencialistas que no eliminan la pobreza, pero la administran muy bien, sobre todo en periodos electorales, como el que actualmente se vive en Colima.

Mely, al contrario de AMLO y la inmensa mayoría de políticos de todos los partidos, de todos (digo), vive de su trabajo en el tianguis y de su capacidad de emprendimiento, como lo hacemos el común de los mortales que no vivimos de la política.

Por eso su principal programa de gobierno, en el eje económico, es capital y acompañamiento.  Es decir, darle dinero para invertir a la gente en su negocio y después, con planeación mercadotécnica, asesoramiento técnico, comercial, jurídico, de contabilidad (impartido por jóvenes profesionistas contratados por el gobierno para ese fin), lograr consolidar la actividad económica.

Es lo que hacen las grandes empresas, pero ellas tienen capital para hacerlo. Por eso tienen éxito: porque siguen todo una estrategia y planeación. El gran acierto de Mely es conocer esta realidad y ayudar, justo con lo que se requiere, a un sector olvidado totalmente por los gobiernos, en especial el federal, cuyo presupuesto es el mayor.

Es un programa, además, que tiene un éxito comprobado: lo implementó Mely cuando era subsecretaria en la Sagarpa, y fue tan efectivo que su presupuesto pasó, en un año, de 900 millones a casi 9 mil millones de pesos. Un presupuesto que le aprobaron todas las fuerzas políticas, porque realmente ayudaba a las mujeres del campo y jóvenes de las zonas rurales.

De eso se trata: de entender la realidad, identificar los problemas, idear soluciones y de instrumentar el trabajo. Eso precisamente que no saben hacer los políticos, inmersos en discusiones estériles y en una retórica propagandística. Decir que estará cercana va más allá de un slogan: es la base de toda política pública.

DOS PUNTOS

Indira desconoce esta realidad. Por eso dice que buscará una distribución equitativa de la riqueza desde el estado, un discurso totalmente ideológico y que evoca los ideales comunistoides del siglo XIX. ¿Estará consciente que el gobierno no genera riqueza, sino que son las actividades económicas –negocios, tienditas, empresas—las que lo hacen?

Que les pregunte Indira si los comerciantes de un mercado estarán de acuerdo en compartirse equitativamente, entre todos, lo ganado en un día, a ver qué le responden. Al respecto, Indira debería de pasarle la receta mágica al presidente, porque en dos años no lo ha logrado eso de la distribución equitativa de la riqueza y, al contrario, sólo ha aumentado la franja, abismal, que divide a ricos y pobres.

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