
POR: Guadalupe Coronel
Escribir erotismo en ésta época no es nada nuevo, de hecho el género es vasto y reconocido a nivel mundial, sin embargo, el erotismo, promovido por una mujer y empleando material escrito y visual en una ciudad pequeña, tradicionalista y “moralista”, ha resultado novedoso y ciertamente poco apoyado. No me quejo de ello, sé que no soy una Sor Juana (ni pretendo serlo), ella fue una virtuosa de las letras y mi estilo es simple, sin altas aspiraciones y narrado desde una perspectiva nada profesional.
En abril del año pasado me decidí a crear un perfil de Instagram donde pudiera publicar mis escritos eróticos, así como imágenes que “auxiliaran” la intención de dichos relatos y poemas, y quizá te preguntes: ¿cuál es esa intención?, la respuesta es simple: causar emociones sensoriales a través de la lectura y la observación.
Escribir es un gusto (y jamás aceptaré que es un talento, particularmente mi caso) que desarrollé desde la infancia, a los 11 años escribí mi primer cuento y guión de obra de teatro (mi mejor amiga aún conserva dicho guión original), años después en la secundaria escribía los guiones de la ceremonia cívica de cada semana, en bachillerato comenzaba a experimentar la poesía, sin embargo mi pasión por la escritura erótica surgió apenas hace unos 3 años y las causas te las comento enseguida.
Siendo niña me criaron en una familia católica con costumbres muy arraigadas pero poco saludables, haciéndome creer que ya desde los 6 años tenía pecados que redimir dejando que la vela que sostenía durante las posadas se derritiera en mis manos y el calor ardoroso de la parafina fuera la penitencia ante tales faltas a Dios. Sinceramente en ese entonces creía sin dudar en la palabra de mis abuelas (la madre y abuela de mi mamá) y es que ellas querían que yo fuera al cielo y esa era su manera de ayudarme a hacerlo.
Al tener la edad y razonamiento suficiente comencé a sospechar que dicha tradición no sería suficiente, mis pecados eran demasiado graves como para ser absueltos por quemaduras de vela. Pensar en un hombre desnudo tocándome, besándome y haciéndome el amor era de los sentimientos más abrumadores que pude experimentar, el infierno era sin duda mi destino, además, durante mi infancia fui víctima de abuso físico de índole sexual, por lo qué más allá de sentirme una pecadora, me sentía sucia y asqueada.
Durante mi adolescencia mi apetito sexual comenzó a florecer, tuve un par de novios con los cuales no tuve relaciones, pero si interactúe físicamente, lo cual te aseguro no me causaba desagrado pero si culpa, mucha culpa. Casi al cumplir la mayoría de edad tuve mi primer encuentro sexual, con mi pareja actual, a quien le debo en mayor parte que esa culpa desapareciera, no me guardé “virgen” para el matrimonio, pero si me casé con quien deshojó la flor, como coloquialmente le llaman. Si en éste momento estás pensando que me equivoqué al hacerlo, déjame continuar el relato para que puedas razonar tu pensamiento.
Mi esposo también era nuevo en esos menesteres y ambos fuimos aprendiendo, te confieso que mi “virginidad” o el estiramiento del himen no lo perdí en nuestra primera vez, quizá fue muchos años antes, mientras jugaba fútbol y mi entrepierna se abría demasiado, o mientras paseaba en bicicleta o tal vez cuando mi esposo me masturbaba con sus dedos, cualquiera de ellas tiene posibilidades.
Ahora bien, si hablamos de orgasmos, no recuerdo cuando fue el primero, pero si estoy segura de que se dio en alguna despedida nocturna de mi entonces último novio (hoy mi marido), la excitación que me causaba tocarnos a escondidas en la calle bajo la complicidad de la sombra de un árbol era incomparable, podría jurar que llegué a alcanzarlo mucho antes de saber si quiera como se llamaba, lo mejor de todo es que podía alcanzar más de uno en corto periodo de tiempo, que en libros de sexualidad le denominan multi orgasmos.
Para ese entonces la culpa ya había desaparecido por completo, pero no dejaba de pensar que la sexualidad era pecaminosa y más aún, los pensamientos que la involucraban. Hoy sin pena te digo que a nosotros nos “educó” la pornografía, al sentir vergüenza de preguntarle a nuestras madres no tuvimos más remedio que ver películas para saber cómo sería hacer el amor por vez primera, y si bien, ayudó a entender la dinámica del sexo, nos complicó a comprender la realidad del erotismo.
Se llegó el tan deseado día, los nervios se hicieron presentes y dejamos de lado el placer, ya que toda nuestra atención se centró en la acción como tal, introducir y moverse. No resultó para nada sorprendente, ciertamente se alejaba mucho de las expectativas que nos habían dado esas películas americanas, sin embrago, fue el primero de muchos días de aprendizaje en conjunto. A partir de allí, nuestro apetito fue feroz, cada noche buscábamos rincones escondidos para hacerlo, en auto o casa, en hotel o calle, cualquier lugar oscuro era suficiente para sentir esa adrenalina y placer desmedido.
Sé que me he salido bastante del tema principal que es mi gusto por la escritura erótica, pero te aseguro que todo lo que te narré anteriormente era importante lo tuvieras como referente, ya que sin el no tendría cabida lo que te mencionaré a continuación. Al cumplir cuatro años de casados, entendimos mejor que nunca que la pornografía no era más que una serie de fantasías poco probables en la vida de un matrimonio (tan joven y poco experimentado como el nuestro) y que la vida se encargaba de frustrarlas aún más con deudas, problemas familiares, enfermedades y un verdugo cruel llamado rutina.
Fue entonces cuando decidimos buscar alternativas de educación sexual: libros especializados, artículos de internet, videos de expertos y sobre todo, consultando a amigos cercanos todas nuestras dudas y tabúes. También recurrimos a una terapeuta, quien por primera vez me hizo cambiar de opinión respecto a aquello que me hicieron creer mis abuelas y la sociedad en su conjunto; tener fantasías sexuales no era malo, menos aún pecado.
Cuando entendí esto mi vida cambió y así surge mi instinto por escribir erotismo, quise darle a conocer al mundo mis fantasías pero más allá de eso, tratar de hacerles entender que es normal y saludable tenerlas. No a todos se nos da escribir, mucho menos dar a conocer los “bajos instintos” que llevamos dentro por medio de la escritura, pero ¿por qué auto censurarnos? Si el ser humano es naturalmente un ser que necesita del sexo para no extinguirse pero también lo necesita para ser pleno y feliz.
La felicidad cada quien la define a su manera, en mi parecer, la felicidad se constituye a base de pequeños momentos que perduran en nuestra memoria, en la mía la gran mayoría de esos momentos tienen relación al erotismo y la sexualidad. Y claro, cada quien es libre de elegir como vivir su sexualidad y disfrutar de ella, también de pensar lo contrario a lo que yo, no debato al respeto, sólo te comparto mi sentir en lo personal.
Nueve años después de haber decidido casarme, teniendo apenas 19 y sin experiencias en el plano sexual te puedo decir honestamente que no me arrepiento en lo mínimo, gracias a ello pude experimentar y conocer mi sexualidad, disfrutar de los placeres que sólo una pareja comprometida a su rol puede ofrecerte, cuidando de tu salud física y emocional y ayudándote a descubrir tu propia identidad. Si bien no se cuanto durará esta etapa en nuestras vidas, con confianza te digo que mil veces volvería a hacerlo.
Soy fiel creyente de que vinimos al mundo a dejar huella, la mía la he estado construyendo desde hace muchos años, y no se trata de convertirse en una persona reconocida y admirada, sino de aportar algo positivo a la vida de tus semejantes.
Mi objetivo siendo escritora y “artista erótica” es demostrar que las mujeres y hombres tenemos fantasías por igual, que no hay reglas ni estándares, que la sexualidad no es mala, siempre y cuando no dañemos a terceros con nuestros actos, ni motivo de culpa. Los seres humanos no somos monógamos por naturaleza (y ese tema lo discutiremos después) y es normal tener deseos por personas ajenas, puédese sentirlos, anhelarlos pero entender que las fantasías precisamente son saludables cuando permanecen en tu mente, para realizarlas se requiere de un sinfín de factores, entre ellos: la suerte.
Te invito a leer mis relatos y poemas, así como ver mis imágenes eróticas en mi perfil de Instagram lc_eroticartist y apoyar mi gusto por el erotismo.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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