
LA CORONA DE ESPINAS
POR: Pbro. Juan José González Sánchez
De un tiempo a esta parte en la mayoría de nuestros templos se coloca la llamada “Corona de adviento”.
No ocurre lo mismo con la Cuaresma, si bien hay una corona muy significativa, que es la “corona de espinas” que en plan de burla le colocaron en la cabeza de Nuestro Señor Jesucristo.
Sin embargo, desde casi un año bien podríamos decir que el protagonismo lo está llevando la tristemente famosa crisis denominada “Coronavirus”.
Es cierto que hay mucha gente llena de pánico por el miedo a contraer la enfermedad y, sobre todo, por la muerte misma. Es la nueva “Corona de Cuaresma”.
En realidad, la Iglesia no solamente este año, sino desde tiempo inmemorial, nos recuerda algo mucho más serio y cierto al principio de la Cuaresma: que todos tenemos que morir.
Lo único que no determina es el cuándo ni el cómo, pero no excluye absolutamente a nadie.
Hoy se ha extendido de manera universal este virus, que ha cambiado muchos de nuestros hábitos de conducta y nos pasaría un poco lo que, en la Edad Media con relación a las pestes, siendo la gente bastante más religiosa, al comprobar tan fácilmente la fragilidad y caducidad de la vida humana.
En todo caso esta nueva peste debería hacernos a todos un poco más humildes y menos auto-suficientes, si bien no hace falta ningún virus maligno para demostrarnos nuestra debilidad, pues cada día que pasa vemos cómo se va cumpliendo eso de “Acuérdate, hombre, que eres polvo y en polvo te vas a convertir”.
Si lo tomamos en serio, debería hacernos presente también la otra fórmula que se emplea al imponer la ceniza sobre nuestras cabezas: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
Confiemos en que en esta Cuaresma, sea un motivo de reflexión y, nos ayude a reconducir un poco nuestras vidas un tanto desorientadas. Así sea.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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