
Pbro. Juan José González Sánchez
*CUARESMA: TIEMPO DE CONVERSIÓN Y ESPERANZA
El próximo miércoles de ceniza (17 de febrero) comenzamos el tiempo de la Cuaresma. Un camino de conversión y de esperanza a recorrer durante cuarenta intensos días para llegar más vivos a la meta de la Pascua.
A pesar de las medidas de prevención socio-sanitarias, todos podemos intensificar el tiempo de la oración personal, renunciar a los hábitos que alimentan nuestra vida superficial y nuestro ego, realizar gestos de amor sacrificado con los que lo están pasando mal en esta crisis, y pensar en cómo podemos hacer resurgir la esperanza en las personas que malviven en medio de la pobreza y la soledad.
En plena Cuaresma del pasado año nos sorprendió la pandemia, y con ella llegó el confinamiento en nuestras casas y la paralización de toda la sociedad.
La persistente situación de riesgo de contagio también va a determinar esta nueva Cuaresma, impregnada de experiencias crucificadas para muchas familias que están viviendo en su propia carne la enfermedad y la muerte, la pérdida del trabajo por las restricciones que salvan vidas a la vez que generan nuevas pobrezas, y la soledad sobrevenida por la ausencia del encuentro con nuestros seres queridos.
Con realismo, sin reflexiones piadosamente abstractas, con la entereza que nos otorga la fe en Jesús, crucificado y resucitado, los cristianos afrontamos esta crisis llenos de confianza al vislumbrar en el horizonte la cruz de la que nace la vida.
Entendemos muy bien al Papa Francisco cuando nos dice: “Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua”.
La de aquellos que llegan hasta el Viernes Santo, pero no pasan del Getsemaní y el monte Calvario. ¿Dónde queda la Buena Noticia?, ¿qué sentido tiene la Cruz?, ¿tanto sacrificio para nada?
De esta actual crisis se están elaborando diversos estudios sociológicos, científicos y éticos.
No puede ser de otra manera ante este impacto global que tan radicalmente va a condicionar nuestro futuro.
También a la Iglesia nos toca realizar una reflexión profunda y ejercer nuestro servicio samaritano, preparándonos para “el día después”.
Cuando pase la pandemia, la vacuna logre la inmunidad de grupo y todo en la vida vuelva a su ser, nos espera un largo tiempo de reconstrucción social y rediseño pastoral.
Nuestro punto de apoyo y nuestra fuerza será “el tercer día” de la resurrección, donde todas las cruces y crucificados de la historia siempre encontrarán su verdadero sentido y esperanza.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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