Espaldas mojadas
En una breve estancia que tuve hace poco en Los Ángeles conocí a un indocumentado. Un familiar, por lo demás. Ha vivido a salto de mata por más de veinte años, sin haber forma de arreglar su situación. Llegó con un hijo de dos años y tuvo dos más, estos sí ciudadanos.
Cuando cuenta su historia (muchos ya las habrán escuchado de otros espaldas mojadas como él) se le brotan las lágrimas como en eructos, tal cual escondiera –hay que decirlo así- un hondo resentimiento. “Hay quienes andan tirando droga por ahí y los hacen ciudadanos, en cambio uno que no ha hecho sino trabajar honestamente, no le dan nada”, dijo en una mesa rodeada de otros indocumentados que no tuvieron remilgos en contar también su propia historia.
Vi al hombre, de pronto, como tirado ahí en medio de la nada. Sin el respaldo de su propio país, que ni siquiera se ha dado cuenta que este desamparado ha tenido que cambiar cien veces de casa y de trabajo y de nombre para evitar ser echado a patadas, ni del país al que le ha entregado, bien o mal, toda su vida.
Afortunadamente, no fue parte de las setecientas muertes que se sufren al año por cruzar la frontera pero, y lo que es peor, tampoco podrá ver ni en sueños la reforma migratoria que ni de uno (USA) ni de otro lado (México) se ha logrado consumar.
En México, según el diputado federal priísta Héctor Pedraza, la llamada “reforma migratoria” lleva siete años congelada, y no hay forma de descongelarla porque simplemente el tema de los inmigrantes no interesa a nadie.
Por su parte, la situación en USA es igual o peor de desalentadora. Aun cuando Barack Obama prometió una reforma migratoria durante su pasada campaña, lo que le ayudó mucho con el voto latino - que fue, dicho sea de paso, el que le dio el triunfo-, sabemos que es el presidente que más indocumentados ha deportado en la historia reciente de este país. Ya son más de 400 mil a los que no sólo se les ha deportado sino tratado bajo el concepto de “criminales”, aun cuando se sabe que el 60% de esos deportados no tenían récord criminal.
Pero ahora habrá elecciones en USA y tampoco se ve que la reforma migratoria sea una prioridad. Ya sabemos que el representante republicano Mitt Rommey ha dicho que los ilegales tienen que volver a sus casas y punto. El tema prioritario es la economía, dijo, pero: ¿no son los inmigrantes –casi 50 millones en el caso latino - los que han contribuido sensiblemente a ella?, ¿a poco no se ve clara esa relación?, ¿por qué entonces la reforma migratoria ocupa un tercer o cuarto lugar en la agenda?
Dicen que la película Una vida mejor, que catapultara a Demián Bichir para los premios Óscar recientemente, movió muchas conciencias entre los estadounidenses. Ojalá que también las mueva en México y logremos, a la par de la reforma migratoria, una real reforma laboral que evite las migraciones masivas de mexicanos hacia donde sea en busca de “una vida mejor”.
¿De verdad la viven los ilegales en USA?
@rogelioguedea
rguedea@hotmail.com
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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