
POR: Guadalupe Coronel
Supongo que no soy la única mujer que lo piensa, no creo estar loca ni mucho menos, simplemente me sincero respecto a mis sentimientos, aunque muchas veces me apena platicártelo, tú me conoces bien y sabes perfectamente como soy, a ti no puedo engañarte, contigo no puedo ocultar ni el más mínimo detalle y disfruto de ello, me siento liberada y se aligera mi carga moral.
Te confieso que estoy deseando tenerle, se ha robado mis sueños y por las mañanas noto mis sábanas mojadas y mis piernas escurriendo, sus caricias son tan reales en mi mente, anoche estuve de nuevo entre sus brazos, la luna estaba en menguante y la brisa fresca recorría la habitación, nos acercamos lentamente hasta inhalar el mismo aire y nuestros corazones latían al mismo ritmo, bajé mi cuerpo y me hinqué hasta quedar en la posición adecuada, entre abrí sus piernas y comencé a recorrer con mis labios su tórrido paraíso, el dulce sabor es inigualable, su exquisita secreción se escurría entre mis mejillas y me hacían desearle aún más.
Noté su respiración agitada y eso se hacía presente también en mis partes íntimas que palpitaban cual caballo brioso alegre de cabalgar por el campo, sobresalía un líquido tórrido que emanaba de la fuente de la pasión y la lujuria, ambos cuerpos se derretían volviéndose uno mismo.
Volví mi rostro hasta su cuello y continúe el recorrido húmedo hasta su pecho, dejé rastro por cada recóndito lugar que visitaba, llegué hasta su ombligo y después a sus piernas, mis manos ansiosas por tenerle sostenían su estructura trasera y magullaba su silueta, la rudeza era parte de la ardiente escena, sabía que no le lastimaba, al contrario, le hacía sentir más intenso ese momento.
Nos recostamos sobre la cama mientras nos besábamos lentamente, mi cuerpo quedó sobre el suyo, mi torso quedó firme rumbo a las estrellas, con mis manos sostuve su rígido atributo y lo coloqué bajo mi arco de Venus, bajé mis caderas y disfrute cada uno de los agitados movimientos, subía y bajaba mientras mis gemidos se hacían presentes, no lo podía evitar, la euforia me comía viva.
Continuamos frenéticamente hasta que movió mi cuerpo, ahora me colocaba frente al suyo y me inclinaba la cabeza mientras tiraba de mi largo cabello, el rumbo ahora era de adelante hacia atrás, sentí en mí como todo su vigor entraba hasta las entrañas de mi vientre y dejaba en él un poco de su ser, en esa postura llegamos al clímax.
De pronto mis ojos se abrieron, lo sabía, sólo fue un sueño, una fantasía que mi mente ha creado desde que le conozco, es triste saber que esa es la única manera de sentirlo mío, y cómo podría ser posible que en la realidad el marido de mi mejor amiga me posea de tal manera.
Te lo confieso a ti mi querido diario, a ti y a nadie más, porque sé que nunca hojearán tus páginas y descubrirá mi verdadero ser, mis bajos instintos y los demonios ocultos de mi alma, tan segura estoy de ello porque entre las llamas de esta chimenea quedarán sólo cenizas de ti, mientras yo por mi parte seguiré siendo la misma reprimida que oculta sus deseos de mujer.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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