
LA BOMBA DE ROMERO COELLO
Cuando el PRI era omnipotente e incluso omnipresente (sin ser Dios, obviamente), su militancia podía darse el lujo de dividirse, fragmentarse, fugarse y transfugarse, meterse en batallas sin fin (incluso absurdas), traicionarse y eventualmente contentarse, pero todo eso sin que esto pudiera ponerlo de bruces contra el pavimento porque había un presidente y un gobernador e incluso ediles municipales priistas que normalmente recibían la orden del inmediato superior de limpiar la casa y esa orden, como los mandatos divinos, se cumplía. El PRI estaba tan sobrado que podía darse el lujo de patear incluso cuadros competitivos para apoyar a débiles cuadros sostenidos nada más por el compadrazgo, y aun así estos cuadros endebles ganaban las elecciones. Como en algún momento lo dijo el propio presidente López Obrador, si el PRI ponía a un burro de candidato, el burro ganaba. Bien, esos tiempos ya cambiaron radicalmente. En este momento el PRI es otro completamente. Ya no gobierna a nivel federal, ya gobierna poco y dando tumbos en los estados, y apenas ha quedado un hilo de lo que fue en los municipios. El PRI lleva sobre la espalda ahora una enorme lápida de desprestigio y su futuro en las próximas elecciones es incierto, y más si continúa operando como si siguieran teniendo la mayoría en el poder. En Colima, por ejemplo, si el PRI no cambia esa actitud frente al futuro próximo inmediato, el sueño de recuperar algo de lo perdido se convertirá en solo humo en las manos. Esta actitud parece que prevalece y la muestra la vimos hace unos días al propio interior del partido, cuando a su presidente José Manuel Romero Coello se le ocurrió felicitar por su cumpleaños al ex gobernador Mario Anguiano no a título personal sino a nombre del propio instituto político. Fue notorio ver la polvareda que levantó dicha felicitación en las redes sociales, sin haberse leído la intención real de fondo, que yo alcanzo a interpretar en la misma línea de sentido que lo he venido haciendo desde el principio. A Romero Coello le llamaron traidor y yo creo que no es así. Yo particularmente pienso que más allá de la deferencia que el PRI le debe al ex gobernador Mario Anguiano, quien lo quieran o no fue gobernador de la entidad y ocupó en su momento el liderazgo más importante dentro del priismo local, está la convicción de que es importante que los priistas se dejen (discúlpenme la expresión) de tonterías y ahora sí depongan las armas y todos actúen en bloque frente a un escenario que les viene realmente adverso. Si continúan en la misma línea de antes, que se olviden de toda posibilidad de resurrección, pero si son capaces de ver que el barco se hunde para todos y que si no actúan unidos remando se ahogarán de igual modo todo, entonces entenderán que el trabajo de unidad pretendido por Romero Coello es urgente y necesario. Una cosa es que entre su militancia vayan a rezar el rosario juntos y a tomar el té del atardecer, y otra cosa muy diferente es trabajar en equipo. Para lo primero no se necesita más que química, para lo segundo inteligencia y sensatez. Ojalá que el mensaje que envió Romero Coello, presidente estatal del PRI, pueda ser entendido en este sentido y no como muchos lo han interpretado, porque si por si acaso el mensaje no llevaba incluso ese sentido, entonces debería de tomársele como tal, pues al PRI no le queda otra opción que unirse, buscar a sus mejores cuadros para las próximas elecciones, esconder a sus cuadros más desacreditados, y empujar hacia adelante, antes de que realmente lo borren del mapa político local.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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