
SE QUEDARON CON LAS GANAS
Aquellos que esperaban una confrontación y discusión entre el presidente y el gobernador, el pasado viernes, se quedaron con las ganas, ante una mañanera que dijo más por sus silencios, por los temas que no se tocaron, que por lo expresado en la rueda de prensa en Manzanillo.
Sí, el presidente no puso en su lugar a Ignacio Peralta, no lo tachó de corrupto, no le reclamó, no hubo admonición presidencial, no lo inquirió por la deuda. ¿Y eso qué nos dice? Nos dice que si el gran inquisidor de la moral, prócer anticorrupción no recriminó a Ignacio Peralta, difícilmente sus adláteres pueden acusar de algo al gobernador.
Ya pasó la prueba. Fue el momento, en una mañanera a guisa de patíbulo, para que el presidente le cortara la cabeza al gobernador y confirmara todo lo que le inventan en redes. Porque no puede ser que, si Nacho es corrupto, el presidente sostuviera un encuentro con él en términos tan cordiales y de civilidad política, en especial cuando el presidente manifiesta, todos los días públicamente, su animadversión a los corruptos.
No hubo nada nuevo de lo que dijo el presidente: lo de la militarización de las aduanas tiene desde noviembre del año pasado; lo de los apoyos sociales, por otro lado, le quemó la nota Indira Vizcaíno hace como dos semanas. La nota fue lo que no dijo, lo que se calló el presidente, lo que no se preguntó porque no hubo tiempo o porque no tiene relevancia a nivel nacional.
Lo que no se dijo, para despecho de cinco diputados, fue el crédito. Ese crédito maldito y de malos hados que no mereció, por parte del presidente, ni un segundo de la mañanera. Ni un solo comentario o disquisición histórica, en prédica mañanera.
Por consiguiente, es patente, manifiesto que se trata más de una fabricación, una fabulación por parte de cinco diputados que no tienen más que ofrecerle al electorado que la bilis, el show mediático ante la falta de resultados y la carencia de un trabajo legislativo fructífero. Una cortina de humo para ocultar el incumplimiento de su principal promesa, no cumplida hasta el momento, de bajarse el sueldo a la mitad.
No, no fue un crédito ilegal, inmoral, producto de la corrupción, porque si así fuese el presidente lo hubiera dicho en ese momento, habría reclamado, alzado la voz. Nada de eso pasó, para despecho de estos cinco diputados. De estos cinco diputados que se quedaron con las ganas.
DOS PUNTOS
El presidente dice, afirma y perjura que la corrupción es la causante de la toda la violencia que padecemos los mexicanos. En su primer año de gobierno se registraron más de 35 mil asesinatos, una cifra histórica, sin parangón en todos los sexenios pasados. Siguiendo la lógica del presidente, debemos entender que ahora, más que nunca, la corrupción ha aumentado.
O bien el presidente se equivoca y la corrupción no es la causa principal de la violencia o, peor aún, la corrupción ha crecido en su gobierno. Ya hay datos duros que confirman lo anterior: la última evaluación del INEGI informa que la corrupción creció un 15 por ciento, a comparación del último año de Peña Nieto.
Lo anterior no es para zaherir al presidente, sino para evaluar y replantear la estrategia anticorrupción. Se comprueba, por una parte, que el ejemplo presidencial no basta para acabar con la corrupción y que es necesario, ante este flagelo social, implementar políticas públicas efectivas.
El caso Lozoya puede ser un buen camino. Ojalá no acabe como otros casos –Raúl Salinas, Elba Esther Gordillo, entre otros--, que fueron más espectáculo mediático y no se tradujeron en el preludio de un trabajo sistematizado para combatir la corrupción.
Ahora bien, hasta el momento le ha funcionado al presidente el discurso del combate a la corrupción, pero ante este escenario extraordinario de crisis económica, falta de empleos y contingencia sanitaria, está obligado a mejorar los indicadores de bienestar de la población.
Y eso no es con intrincados discursos del neoliberalismo y la historia de la lucha entre liberales y conservadores; eso es para la anécdota. Va a llegar a un punto en que la población, el pueblo que tanto ama, le va exigir resultados y no discursos. Eso va a suceder antes de lo que piensa. Por el bien de México, de todos, esperemos que el presidente responda a estas exigencias.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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