
EMPEZÓ EL JUEGO ELECTORAL
Las y los legisladores, particularmente de Morena, están en plena campaña política. Así lo acreditan sus actos y posicionamientos mediáticos ante el crédito que solicitará el gobierno del estado, al rechazar, tajantemente, sin discusión ni análisis de fondo, la viabilidad de este nuevo endeudamiento.
Ya lo decíamos en la columna de la semana pasada: no toda deuda es mala, siempre y cuando se refleje en obra pública y en fortalecer la capacidad de respuesta del gobierno, sobre todo, como es el caso, en seguridad y salud, dos de los temas que más preocupan a la ciudadanía colimense.
Al asumir una postura electoral, pensando en el 2021, las y los legisladores dejan de reflexionar en la preocupante situación actual y se concentran, mejor, en sus ambiciones personales con miras a la próxima contienda electoral. No piensan en lo que le conviene a Colima, lo que es mejor para el estado, sino a lo que prefiere una parte del electorado.
No meditan en los hechos y consecuencias que obligan al gobierno a pedir este financiamiento de 722 millones de pesos, como es la caída en los ingresos devengados, que por primera vez en 20 años incumple con lo proyectado en la ley de ingresos.
Dimensionemos el tamaño del boquete: en el 2018 el estado tuvo ingresos devengados superiores a los 19 mil millones de pesos, mientras que para este 2020 el ingreso sería inferior a los 16 mil 300 millones de pesos, lo que da una diferencia muy por arriba de los 3 mil millones de pesos.
Esta caída no sólo se debe a la pandemia, pues en el 2019 el ingreso devengado fue de 17 mil 500 millones de pesos, una cantidad que incluso estuvo por debajo de lo programado en la ley de ingresos. Pongamos por ejemplo a un trabajador que tenía un ingreso de 10 mil pesos mensuales; pero después de dos años su patrón le reduce el salario a 7 mil pesos.
Ya tiene compromisos, pues está pagando a crédito un coche y una estufa. Lleva pagado una gran parte de esta deuda, pero ante la reducción de su salario se ve en la disyuntiva de dejar de pagar y perder estos bienes o, por otro lado, sacar un crédito en un banco y así liquidar el carro y la estufa. El crédito lo pagaría a más años, pero ya con lo proyectado para un salario de 7 mil pesos y sin afectaciones a su patrimonio y sin perder lo invertido.
Todo se resume a decisiones. Lamentablemente, en un tema donde se debería priorizar la visión técnica, lo que más le conviene al estado en su colectividad, se superponen los intereses partidistas de los diputados, quienes satanizan la deuda, siempre y cuando no sea la que adquiere el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ya ha adquirió créditos con el banco mundial por arriba de mil millones de dólares, y que de acuerdo a las previsiones del Fondo Monetario Internacional la deuda de México crecerá más que durante el gobierno de Peña Nieto.
¿Por qué la deuda de AMLO es buena y la de Ignacio Peralta no? No se trata de soliviantar los antagonismos. Hay deuda bancaria buena y deuda mala. El endeudamiento de más de 2 mil millones durante el gobierno de Mario Anguiano era injustificable, sin contar la deuda con acreedores, que también aumentó.
El gobierno de Ignacio Peralta entiende cabalmente esta diferencia, pues se la pasó tres años de su gobierno pagando pasivos heredados, lo que le permitió mejorar 11 niveles las calificaciones crediticias y recuperar el valor de inversión para el estado, el cual se había perdido al final del sexenio de Mario.
Por parte del gobierno estatal hay total disposición para transparentar la información de la deuda y discutir, analizar este tema. Eso es lo ideal en una democracia; lo que resulta contraproducente, es que el poder legislativo, conformado mayoritariamente por Morena, rechace el diálogo asumiendo posturas ideológicas y partidistas.
El gobierno de Ignacio Peralta no ha creado ni aumentado impuestos; redujo la deuda bancaria en más 132 millones de pesos; aumentó el patrimonio estatal con la adquisición de la zona militar y el parque arqueológico la Campana; y mejoró su perfil crediticio para atraer mayores inversiones.
Ha sido un gobierno financieramente responsable, y estos hechos los acreditan, así como la transparencia en el ejercicio de recursos federales, donde se encuentra entre las cinco entidades que mejor informan a la federación sobre el destino de este dinero.
Ignacio Peralta no es Mario Anguiano, y a los hechos me remito. ¿Por qué, entonces, no debatir desde el congreso el tema del crédito? ¿A qué le temen las y los diputados de Morena, único grupo parlamentario que se ha negado a dialogar?
Dos puntos
De no adquirir el crédito, el gobierno del estado tendría que restringir su gasto, lo que en un momento de crisis económica, como no se había visto en 80 años, agravaría a un más la crisis financiera del estado. No se descartan, en ese sentido, recortes en la nómina estatal, cancelación de obras públicas y una sensible afectación en los servicios que se proporcionan en la población.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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