PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 15/12/2011

Gobernador Anguiano y rector Aguayo, cara a cara

La arena política en Colima se recrudece a medida que se acercan las elecciones de 2012. En todos los partidos empiezan a saltar (con méritos o sin ellos) aquellos que buscan un cargo de elección popular. Aparecen las encuestas, los voceadores, los destapes (ahora son fiestas de cumpleaños), todo lo que sea necesario para decir: aquí estoy y merezco. No hay diferencia entre partidos: en todos es la misma carnicería. Y es que se piensa, como siempre, en servirse del poder y no, realmente, en el poder de servir. De los méritos reales que tienen los candidatos, mejor no hablo. Es difícil saberlo en este mundo de encuestas amañadas, estadísticas infladas, etcétera. Pero los resultados hablan por sí solos: salvo contadísimas excepciones, son pocos los que descuellan. En medio de estos avatares se cumplen los dos años del gobierno de Mario Anguiano, a quien le ha tocado lidiar con dos situaciones inéditas: una estatal; la otra, federal. En lo federal, la fallida guerra contra el narcotráfico del presidente Calderón ha puesto de cabeza a todo el país y esto lo han tenido que pagar, también, muchos de los estados de la República, sobre todo aquellos que son estratégicos para el trasiego de la droga. En Colima ha aumentado la violencia, sí, pero también se ha abusado mediáticamente de ella, sobre todo de cierta prensa acostumbrada a informar según prebendas. Si nos dejamos llevar por lo que aparece en las páginas de periódicos como Diario de Colima, entonces nadie habría nunca vuelto a caminar las calles de la ciudad. En lo estatal, por otro lado, el gobierno anguianista ha sabido sortear los embates del grupo político liderado por el ex gobernador Moreno Peña. Grupo político conocido como El Otro PRI. Quieren –porque todavía lo quieren- mantener el cacicazgo y están luchando a toda costa por ensombrecer la administración actual. Lo bueno es que la sociedad tiene memoria y conoce perfectamente las patrañas de esta élite que viene dando tumbos desde que tenían secuestrada a la Universidad de Colima, que siguen acechando. Y ahora que aludo a mi alma máter, es necesario mencionar que se cumplen también siete años de la gestión del rector Aguayo López, no menos asesiado por el grupo de Moreno Peña, a quien se le hace agua la boca el botín universitario. El reto de Aguayo López, como el de Mario Anguiano, y en eso convergen, es estar por encima de intereses personales y conseguir que la máxima casa de estudios se libre de quedar atrapada otra vez por el grupo de corruptos del Otro PRI. Deslindarse de todo lo que huela a Moreno Peña (incluida la esposa de éste, Hilda Ceballos) es un imperativo. El país (ya lo vimos con Moreira, ahora con Peña Nieto, etcétera) ya no tolera las mismas prácticas autoritarias ni la tozudez de antes. El gobernador Mario Anguiano y el rector Aguayo López tienen en sus manos la oportunidad histórica de devolverle a la sociedad colimense su dignidad. El gobernador consiguiendo hacer, como lo ha prometido, de su administración la más eficiente del país y el rector Aguayo devolviéndole a nuestra alma máter su razón de ser, que es principalmente educativa y no política. Ojalá no dejen lo mucho por lo poco, aunque lo poco se nos presente siempre la vía más fácil y promisoria.

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