La sequía de Tigres
Ricardo Ferreti ha dado a Tigres un título del balompié mexicano, tras 29 años de larga espera. Todo un ejemplo es el conjunto universitario, de cómo no administrar un equipo que tiene recursos financieros al por mayor, al menos desde hace diez años, y que ha dilapidado billetes verdes en directivos, jugadores y técnicos.
Por fin les llegó el título, producto de una de las pocas buenas gestiones recientes en su club, manteniendo en el banquillo a un entrenador ultra experimentado, que si bien ya no es tan ofensivo como lo fue en sus inicios como entrenador, dio el justo balance ante un cuadro santista que, al contrario, atacaba fenomenalmente, pero defiende como el América del recién finalizado torneo.
Durante toda la final, el equipo regiomontano fue superior a su contrincante. No fue sorpresa, pues, que finalmente se coronaran campeones, después de un torneo en el que destacaron por sus altas cualidades defensivas, destacando la incorporación de Carlos Salcido en el mediocampo, y en el cual en la delantera contaban con jugadores de alta calidad técnica mezclada con explosividad.
El título tigre viene a darle un poco de frescura al futbol mexicano. Siempre que una franquicia histórica gana un campeonato después de muchos años de sequía, las esperanzas para los no tan afortunados le dan otro aire a los siguientes campeonatos. Así, Tigres se quita una gran presión acumulada, y encuentra la fórmula de resolver un título, después de muchos intentos fallidos.
La inferioridad del Madrid
José Mourinho interpuso el pretexto más ridículo para una victoria más del Barcelona en los súper clásicos del futbol español, donde pareciera que el conjunto blaugrana se ha vuelto infalible cuando se trata de jugar ante el antes tan temido equipo blanco.
Hasta los medios tradicionalmente madridistas tuvieron que aceptar una verdad: Mourinho aspiraba a que su Madrid ganara basándose en un juego altamente físico, donde el trato a la pelota pasa a segundo plano, donde sus descolgadas son frenéticas, no estéticas, dependientes de la gran forma atlética de sus figuras, destacando –por supuesto- a Cristiano Ronaldo.
En cambio, Pep Guardiola no se las vio con muchas complicaciones; antes las dudas, y en un proceso de reconocimiento de su zona defensiva, decidió no salirse mucho del esquema tradicional y optar por un 4-3-3, aunque la figura del partido, Andrés Iniesta, dijera unos días antes que al equipo catalán le daba igual jugar con esta formación, o con un 3-4-3.
Eso sí, Guardiola nos mostró el por qué de la insistencia de comprar a Alexis Sánchez, si es que todavía había algunas dudas al respecto. Por si fuera poco, colocó a Messi un poco más atrasado en la cancha, posición desde la que elaboró dos jugadas “maradonianas” que contribuyeron con un par de goles, el de Alexis y el de Fábregas, con los cuáles no dejó dudas de qué posición ocupa en el firmamento futbolístico mundial. Hay mucho juego del Barsa, y en el Madrid hay muy poca fórmula para romper este nuevo maleficio.
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