
MAESTROS Y ESCUELAS BAJO ESCRUTINIO SOCIAL
Es el día del maestro y esta pandemia ha hecho, entre lo malo, algo bueno: que la sociedad volteara su mirada para conocer más de cerca lo que la profesión docente implica, no sin esto salvarnos del duro escrutinio que la sociedad suele ejercer sobre nosotros, pues en una sociedad polarizada y siempre tendiente a la crítica descarnada, tampoco los docentes han salido airosos. Las críticas más sentidas en estos días de pandemia giran en torno a dos grandes rubros: a) el maestro “ni sus luces” y b) el maestro deja mucha tarea. Pero hay un tercer rubro, el c) que lo conforman aquellos maestros que han hecho acto de presencia (virtual o incluso presencial) y han sabido guiar a sus alumnos y papás para trabajar de acuerdo a estas circunstancias que el Covid-19 nos ha exigido. Sobra decir que la sociedad ha visto estas tres tipologías pero suelen hablar más del A y del B porque siempre será más fácil señalar errores que reconocer virtudes.
Además de los tres rubros arriba mencionados, también la sociedad con sus críticas da cuenta de dos tipos de escuelas: a) Escuelas que unieron criterios (pese a las diferencias que en su colectivo docente existen) y optaron por brindar distintas opciones validando cualquiera que el estudiante junto con sus padres elija de acuerdo a sus muy particulares circunstancias. Estas escuelas valoran la disposición de sus alumnos (y padres de familia) para tratar de no parar el aprendizaje escolar, aunque estén en casa y con las problemáticas que ello conlleva. Son pues, escuelas facilitadoras, sensibles, inclusivas; y b) Escuelas en las que cada quien "remó para su lado". Estas demuestran la falta terrible de un liderazgo y la carencia del trabajo colaborativo, dos grandes males para la educación. Son escuelas “sin ton ni son”, escuelas pasivas, omisas y que perdieron la batalla mucho antes de empezar. De hecho ya eran así, la pandemia solo vino a confirmárselos. Cabe mencionar que como todo, dentro de las escuelas A puede haber maestros tipo A, B y C; pero también en las escuelas B puede haber esos diferentes tipos de maestros; es decir, si bien se pertenece a un colectivo, la diferencia en el éxito está en cada una de los esfuerzos individuales y en el director o directora escolar que los encauzan. Los directivos siempre han sido la clave primordial en el éxito de una escuela pues su liderazgo es el que hace que los maestros tipo A se contagien de la actitud positiva y del profesionalismo de los otros que sí lo tienen; que los tipo B encuentren el equilibrio que genere mejores condiciones de aprendizaje para todos y que los tipo C sigan siendo tan sensibles, creativos, perceptivos y propositivos como se han venido desarrollando. Es importante recalcar que los directores hacen que existan estas dos tipologías de escuelas, entonces si usted y sus hijos tienen la dicha de pertenecer a las primeras valore el trabajo de sus docentes y jamás olvide felicitar a su director que por él todos logran interpretar al unísono esa melodía. Si usted por azares del destino pertenece a las otras, no se desanime, yo creo que cuando esta pandemia pase, las escuelas B tienen que ser obligadas a mirar dentro de sí para que primero se den cuenta que el daño mayor es para sus estudiantes y segundo para que cambien de rumbo porque de lo contrario seguirán siendo las malas del cuento pese a que dentro de ellas mismas haya excelentes maestros que bien orquestados pueden marcar la diferencia.
Este 15 de mayo mi felicitación va para todos los maestros porque todos sacarán aprendizajes imborrables de esta pandemia que vendrán a modificar no sólo el cómo aprendemos sino también el cómo enseñamos. Y los maestros que “ni sus luces” tendrán que retomar su chispa porque la sociedad necesita maestros que irradien luz para que puedan alumbrar el camino de los otros siempre, incluso en las peores tempestades, como esta que ahora vivimos.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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