Todas las emociones –por diametralmente opuestas que sean entre sí– caben en las composiciones de Tchaikovski (1840-1893): furia, tormento, placer. El pianista ruso fue homenajeado por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH), en una presentación que tuvo lugar el lunes pasado en el Teatro Universitario de la capital colimense.
En el escenario no había cabida para nadie más: 61 músicos –cada uno resguardado por su instrumento– le extrajeron a las violas, violines, violonchelos, contrabajos, flautas, oboes, trombones y trompetas las notas precisas para arrancarles las composiciones paridas por la mente de Tchaikovski. Fluyeron, ejecutadas con maestría, casi una decena de obras: Vals de la Bella Durmiente, Concierto para piano No. 1, Allegro con fuoco, Andante cantabile con alcuna licenza; todas fueron capaces de inflamar el pecho de los asistentes, de poner la sensibilidad en ebullición.
El maestro Raúl García Velázquez, director de la orquesta, hizo un trabajo envidiable: marcó las pausas, los ritmos y consiguió definir, con claridad, los momentos de apacibilidad o tormento. Mauricio Náder, pianista solista, también hizo su parte: oprimió las teclas con soltura, con claridad, con las dosis correctas de técnica y pasión. La crítica ya lo ha reconocido: “Cuando Mauricio Náder toca el piano, despierta una parte insólita del público: el mundo de las pasiones, la sensualidad, la exaltación, la energía y la voluptuosidad”.
Los talentos –no importan las características del cuerpo en el que vengan enfundados– caben en la Orquesta Sinfónica de la UACH: se ven cabelleras canas, teñidas de castaños o rojizos; cutis tersos y otros surcados por arrugas… todos los integrantes de la orquesta son diferentes entre sí, pero en el escenario encuentran la armonía.
José Ramírez Salcedo, representante de la UACH, fiel a la premisa de que “lo breve es dos veces bueno”, ofreció pocas pero efectivas palabras de agradecimiento a la Universidad de Colima –organizadora del evento a través de la Dirección de Arte y Cultura– por interesarse en promover la música de cámara en la entidad: “Colima es cuna de varios artistas y refugio para la creatividad de los dotados; es un orgullo que la Universidad no sólo participe en la cultura, sino que –por sí misma– sea cultura”.
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