El último club
Distintos medios de comunicación han dado la noticia: el último club que resta en el futbol mexicano, el Atlas, estaría a punto de convertirse en Sociedad Anónima, ante las inclemencias de un sistema futbolístico en el que las inversiones son necesarias para aspirar a los éxitos deportivos, justo cuando un club a la antigua es incapaz de proveer lo suficiente, incluso cuando esto signifique apenas permanecer en Primera División.
Así, de manera inmediata, 124 socios con derechos y atribuciones en la directiva del Atlas decidirán el primer paso para que los rojinegros se alejen de la Segunda División y se acerquen a su primer título de la época moderna de nuestro futbol.
Los pocos aficionados y socios que se han posicionado coinciden: el movimiento es para evitar el descenso; sin embargo, es innegable que las aspiraciones van más allá. Miles de hinchas rojinegros han nacido y muerto sin ver a su equipo ser campeón, al menos en Primera División, y esa es la gran frustración de la afición atlista.
El modelo antiguo de los clubes de futbol se ha ido a la extinción en prácticamente todas las ligas del mundo. Así que en México no tenía por qué suceder algo diferente, tomando en cuenta que los directivos ponen por delante el aspecto mercantil que el deportivo. En ese mismo tenor, en Atlas se venían dando casos lamentables de cerrazón en sus directiva, que más allá de ayudarles a salir de la seria crisis por la que atraviesan, los hundieron más en la mediocridad.
Como ejemplos hay muchos, pero recientes está el caso de Edson Rivera, que si por la directiva del Atlas fuera, estaría inactivo; mientras que ahora ya se ha estrenado con gol en el Braga. Este tipo de actitudes han dado palazos sentidos a la estructura atlista.
Desde hace años que los directivos rojinegros han tenido ofrecimientos para vender el club. Al menos, el manejo del equipo de futbol deberá entregarse a alguien que entienda el significado de los rojinegros en el medio nacional, decida apostar por un buen proyecto deportivo, y decida que un título atlista debe caer dentro de los cinco años posteriores a su privatización definitiva, en aras de conservar un equipo sui géneris de nuestro futbol y una de las mejores canteras en la historia del balompié mexicano.
Para lograr todo esto hay que invertir. He ahí el primer escollo por salvar. Nos preguntamos qué gran magnate está listo para invertir en un proyecto futbolístico de tales magnitudes.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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