
MUJERES MORENISTAS CONFRONTADAS
La mujer mexicana ha recuperado espacios importantes en la política nacional y ahora se ha convertido en una figura protagónica, y no periférica como lo fue en el pasado. En el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido en el poder a nivel federal y con gran presencia en los estados, tanto en los congresos locales como en los ayuntamientos, la presencia de las mujeres se ha hecho notar y es evidente que han conseguido un poder inédito en la actualidad: la propia Yeidckol es un ejemplo de ello, como también lo es Tatiana Clouthier o Bertha Luján. En Colima, las mujeres morenistas son, se quiera o no, el músculo más fuerte de este movimiento, y de entre ellas las que sobresalen son tres por demás activas y de gran presencia a nivel local y nacional: la diputada federal Claudia Yáñez, la senadora Griselda Valencia y la superdelegada Indira Vizcaíno. A estas tres mujeres hay que seguirles la pista porque, salvo que ingrese duro en la batalla por la gubernatura el propio Mario Delgado, será en una de ellas sobre la que recaiga la candidatura para dirigir los destinos de la entidad en las elecciones de 2021. A ninguna otra mujer (ni hombre) se le ven (ni se le verán) los arreos necesarios como para contender por un cargo de tal pesaje, pues si las diputadas locales por Morena se alcanzan a notar es nada más por la propia inercia del partido, ya que la mayoría ha hecho un trabajo mediocre. Y lo mismo se podría decir de los ediles morenistas, quienes además no han hecho sino pasar de una polémica a otra, como es el caso de la presidenta municipal de Manzanillo. Las expectativas, pues, están puestas en estas tres mujeres, las cuales están ahora unidas por la confrontación, específicamente entre las dos primeras (Claudia y Gricelda) contra la segunda (Indira). Y hay razón para ello si consideramos que cada una viene de proyectos políticos y orígenes distintos, incluso con visiones encontradas y hasta antagónicas. Por un lado, Claudia y Gricelda son morenistas químicamente puras, mientras que Indira es una política en la que confluyen mezclas que, vistas objetivamente, podrían resultar hasta peligrosas. Si esto ya de por sí genera un conflicto de empatía política, lo que ha venido a recrudecerlo ha sido no sólo el pasado de corrupción que se le acusa a Indira Vizcaíno (relacionado con el tema Altozano, sombra que se llevará seguramente hasta su tumba política), sino también el tema del mal uso o del uso lleno de opacidad con el que ha manejado los recursos para los programas sociales en la entidad, asunto sobre el cual ya se han manifestado públicamente tanto la diputada federal Claudia Yáñez como la senadora Gricelda Valencia. Porque no es un tema, además, que debería obviar la ciudadanía, al contrario: es un asunto grave que puede costarle a Indira la cristalización de un proyecto político mayúsculo, como lo es el de la misma gubernatura. Yo me pregunto, en este sentido, lo que muchos lectores deberán estarse preguntando: ¿de verdad podrá más una política que consideran advenediza de Morena que dos mujeres políticas que han formado parte de la esencia de Morena, desde que este movimiento fue formado? En apariencia es fácil responder a la pregunta, pero en política no siempre subir una escalera es subir a un segundo piso, de manera que habría que esperar a ver cómo quedará el reacomodo nacional a partir de la solución de la dirigencia del partido para poder entonces intentar prestidigitar el rumbo que tomarán las aspiraciones de estas mujeres morenistas en Colima. Lo que sí es cierto es que las tres tienen carácter fuerte y seguramente no estarán dispuestas a deponer las armas a la menor ventisca. Eso sí: síganlas de cerca porque entre ellas seguramente recaerá la candidatura más codiciosa a la que todo político puede soñar en nuestro ámbito local, y una vez con ella no será nada fácil detenerlas.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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