
COLECTAS ECONÓMICAS (EXTERNAS) EN LAS ESCUELAS
Es octubre y en Colima se puso en marcha la Colecta Anual “Diamante de la Solidaridad” que terminará el 29 de noviembre y beneficiará a más de 60 instituciones (adheridas a la Junta de Asistencia Privada) que atienen a personas con adicciones, o que sufren alguna discapacidad o que apoyan a grupos vulnerables o a ancianos. Tienen como meta reunir 3 millones de pesos para repartirse entre estas instituciones cuya misión es ayudar a otros y cuyas actividades para obtener fondos nunca son suficientes porque las necesidades son muchas.
La misión de esas instituciones es noble, pero difiero en que las colectas (la del Teletón, la del Diamante o cualquier otra) entren a las escuelas. El justificante podría pasar como bueno pues siempre se dice que es para promover entre los estudiantes el altruismo, solidaridad, generosidad y otros valores; pero la realidad, se tiene que decir, es que las escuelas tienen muchas y diversas formas de inculcar en los estudiantes estos valores sin tener precisamente que “donar” dinero. Además, son acciones que molestan a los directores y docentes que son conscientes de las condiciones económicas en que viven sus alumnos y molestan también a los padres de familia porque suelen sentirse abrumados con tanto gasto y “tanta pedidera”. Y molesta más a los padres de familia que trabajan en instituciones de gobierno porque tienen que cooperar doble, en su trabajo y en las escuelas de sus hijos. Los niños, digámoslo con honestidad, no se oponen, pues su corta edad y su buena disposición los hace echar la monedita sin importarles quedarse sin comer ese día. Y si además de pedirles que ahí donen, les dan la alcancía (esa en forma de diamante) para que vayan y pidan dinero por su colonia, entre sus familiares, en las tienditas de la esquina, etcétera, pues todavía peor; ellos felices de involucrarse en tal aventura pero los papás sin tiempo, sin ganas y sin dinero, se topan de pronto ante estas formas veladamente coercitivas de ejercer la ayuda solidaria.
Creo incluso que si esas colectas se hicieran para ayudar a las escuelas mismas (que tanto lo necesitan) sería más alentador; ya que nadie puede dar comida a otro si tiene la panza vacía. Es decir, nuestras escuelas (de todo México) sufren carencias, tienen alumnos en condiciones de pobreza y de pobreza extrema, sus colectivos de trabajadores suelen hacer colectas constantes (sin pedir a los niños ni a los padres de familia), o donaciones individuales y voluntarias para ayudar a tal o cual alumno. Los maestros donan desayunos, calzado, cuadernos, mochilas, medicinas, suéteres, cintos, ropa, pagan la cooperación de aquel o aquella niña para que no se quede sin participar en algún convivio y no omito mencionar que ahora con las redes sociales los maestros, cuando ya su bolsillo no puede más y las carencias de sus alumnos los desbordan, llegan a hacer peticiones para ayudar en casos especiales que afectan a sus alumnos. Yo he participado en varias colectas de este tipo, con maestras que incluso ni conozco pero que me sensibilizan porque siento su desesperación y buen propósito. En fin, creo que las colectas son buenas, pero creo que las colectas externas no deben permear las escuelas. Nuestros niños (y las escuelas) no deben ser bancos de retiro bajo ninguna circunstancia, deben por el contrario ser depositarios de toda la ayuda habida y por haber.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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