
POR: Raúl Merced Lares
LUCRANDO CON EL ATENTADO
Desde que inició su gestión, la alcaldesa de Manzanillo se ha sentido perseguida por los adversarios políticos que ve por aquí y por allá, en una actitud que sin embargo no tiene nada qué ver con la conducta de quien debiera gobernar para todos y con todos, no sólo para el pueblo bueno y sus correligionarios.
Y tal ha sido su degradación personal que además de etiquetar ahora a sus opositores políticos como enemigos, la irresponsable e intolerante alcaldesa de Manzanillo lucra políticamente del grave atentado que sufrió el pasado viernes por parte de sicarios de la delincuencia, ya que sin evidencia o prueba alguna dijo que esta agresión proviene de sus adversarios políticos, cuando se trata de un asunto de inseguridad y de delincuencia.
Lo que hace la déspota alcaldesa de Manzanillo con esas estúpidas declaraciones es ofender a miles de manzanillenses que han cometido el pecado de no comulgar con sus ideas y sus posturas oficiales con tintes político-partidistas.
La alcaldesa se desgarra las vestiduras para decir que “con mi muerte, el ataque intentaba frenar la transformación que ya inició en Manzanillo; el atentado se da en un contexto político que busca quebrantar la voluntad popular del pueblo manzanillense”, cuando los adversarios u opositores políticos de Colima han demostrado su tolerancia y su civilidad política cuando pierden, por lo que no son vengativos, mucho menos asesinos.
En cambio, quien ha demostrado recelo y odio político con sus declaraciones y acciones ha sido precisamente Griselda Martínez, reconocida por ser intolerante y déspota, lo que le pudo haber acarreado más adversarios u opositores, pero no enemigos que quieran tomar venganza.
Asegurar que el móvil de su atentado es político es sumamente irresponsable y grave, ya que lo hace sin pruebas, sólo porque se siente perseguida política por aquellos que no piensan como ella ni están de acuerdo con la nociva conducta que ha tenido como alcaldesa del puerto.
Eso de que los autores intelectuales de su atentado fueron quienes están en contra de la cuarta transformación es otra soberana tontería que, en todo caso, debería preocuparle a ella porque sin duda son miles de colimenses y millones de mexicanos los que no creen en este cuento de Morena y López Obrador.
Un cambio tan grande como el que proponen los morenistas no se realiza en un sexenio ni la hace un solo hombre o mujer. Tendría que ser un proceso largo y provenir del pueblo, no de un político o gobernante.
Lo más cuerdo es esperar los resultados de las investigaciones que haga la Fiscalía General del Estado sobre el atentado a la alcaldesa del puerto y dé a conocer el móvil de esta grave agresión porque es un asunto que debe ser resuelto por la procuración de la justicia y no por un representante popular como Griselda Martínez.
En este contexto, lamentablemente Manzanillo es el municipio que ha tenido un incremento de la actividad de la delincuencia organizada desde que esta morenista es alcaldesa del puerto. Por su absurdo recelo político y la nula coordinación con las instituciones de seguridad de los otros dos niveles de gobierno, el municipio porteño y sus habitantes han visto crecer los índices delictivos de alto impacto y se han salido de los esquemas de control o contención que se tiene en otros municipios de la entidad.
Esta caprichosa y ligera conducta de la alcaldesa ha provocado que el puerto haya rebasado a Tecomán en cuanto al índice delictivo de los homicidios dolosos y otros de alto impacto.
Por eso, bien haría esta señora que en lugar de darse golpes de pecho y lanzar acusaciones a la ligera, debería hacer a un lado su recelo político y coordinarse con las autoridades estatales y federales para el combate a la delincuencia, como ya lo hacen la mayoría de los presidentes municipales, porque este año Manzanillo se ha salido de control por los caprichos y resentimientos de la alcaldesa del puerto.
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