BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 23/07/2019

PORTARSE BIEN EN LA 4T

El presidente Andrés Manuel nos ha dado un claridoso mensaje de lo que debe significar para los reporteros “portarse bien”. Básicamente, portarse bien es no disentir, contrariar y muchos menos criticar “la verdad” del presidente, no importa si está en lo incorrecto, pues él siempre tiene “otros datos”.

Así, la realidad del presidente se pinta sólo con dos matices: estás a mi favor o estás en mi contra. No cabe la pluralidad, una característica indispensable en cualquier democracia.

¿Cuánta soberbia puede haber en una persona para considerarse amo y señor de la verdad absoluta? Cuánta necedad, intransigencia e injusticia en asumir posturas totalitarias y dogmáticas: hoy descalifica a Proceso por un reportaje donde golpean a un prominente miembro de la mafia del poder, absuelto por la 4T, Ricardo Salinas Pliego, pero en campaña publicitó los reportajes que golpeaban a sus adversarios.

Algunos no podrán estar de acuerdo con Proceso en sus líneas editoriales y formas de hacer reportajes, pero lo que no se le puede criticar a este medio es la congruencia: siempre ha sido crítico del poder. Siempre. Y ahora no es la excepción.

El periodismo siempre es incómodo. Ya no se acuerda de los reportajes de alto impacto, desde el toallagate con Fox hasta la Casa Blanca y la Estafa maestra de Peña Nieto. Con la salvedad de que ninguno de estos presidentes se puso a dar clases de periodismo, desde las plataformas de gobierno, y acusar al gremio periodístico de que no se están portando bien.

Pero el presidente se empecina en encumbrarse como el artífice de la llegada del reino del cielo a la tierra. Es una transformación, dice, y descalifica a quienes no lo creen. Pues que me perdone el presidente por ser un mal portado, pero la política no es cuestión de fe, de creencia o esperanza, sino que es una actividad sujeta al escrutinio público y, sobre todo, a la exigencia de resultados tangibles y comprobables.

Se le olvida que Zarco y todos los periodistas a lo largo de la historia de México no encumbraban a un personaje, a una figura, sino a una convicción, a una idea, a un principio democrático de libertad y justicia.

Para mí, como para cualquier reportero, puede ser lo más fácil congraciarse con el poder y estar de su lado. Quedarme callado y ponderar la anodina retórica oficial. Pero que me perdonen por preguntar: ¿Ya disminuyeron los asesinatos? ¿O por lo menos se percibe una disminución en las tendencias?

Todo lo contrario: el primer semestre de AMLO es el más violento de los últimos sexenios; van 17 mil 500 asesinatos, un promedio de 2 mil 900 ejecuciones cada mes, sólo superado por este último, que fueron más de 3 mil.

¿Ya mejoraron las finanzas públicas? Las calificaciones crediticias han disminuido y tienen notas negativas, lo que se traduce en un aumento de la tasa de intereses de las deuda soberana y que los créditos sean más caros para el gobierno mexicano.

¿Ya hay más empleo? El empleo no ha crecido, sino que al contrario, ha disminuido significativamente: durante el actual gobierno se han sumado 172 mil 348 mexicanos a las filas del desempleo. Todos estos son datos oficiales.

¿Ya mejoró la economía? El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó la expectativa de crecimiento de México a 0.9 este año; antes se crecía, con los anteriores gobiernos, un promedio de 2.1 a 2.5 por ciento; es decir, estábamos mejor cuando estábamos peor. El presidente descalifica y exige al FMI que dé una disculpa al pueblo de México por defender a los gobiernos neoliberales, pero ¿por qué no lo hizo él mismo cuando se reunió con la directora del FMI, Cristine Lagarde, en mayo pasado?

DOS PUNTOS

¿Por qué si su gobierno no es neoliberal se reúne con una institución que representa el neoliberalismo y que se colude con malos gobiernos neoliberales, según se infiere de las declaraciones del mismo presidente? No les tiene mucha confianza a esos organismos, pero los recibe y publicita las reuniones que sostiene con ellos.  Dónde está la congruencia, pues.