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HISTORIAS DEL CENTENARIO

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 23/06/2019

EL TALABARTERO, EL PROFESOR Y EL CUARTEL

Era el año de 1927 cuando mi padre, Don José Puente Fuentes, comenzó a trabajar como aprendiz de talabartero, todo debido a que cuando cursaba el quinto año tuvo problemas con su profesor, que era Antonio Barbosa, por lo que para evitar mayores dificultades decidió abandonar la escuela.

En sus tantas pláticas, mi padre me dijo que en ese tiempo la escuela primaria que albergaba los grupos de quinto y sexto grado, estaba por la calle Aldama, a media cuadra de la Cruz Roja.

Dice que ese día el profesor Antonio Barbosa puso a los alumnos a leer de manera continua una lección del libro, "pero cuando yo estaba leyendo, un primo del profesor Barbosa me sacó el paño de la bolsa del pantalón y lo aventó a una banca que estaba recién pintada pero el profesor no dijo nada; agarré el paño y me lo puse en la bolsa pero al seguir leyendo, me vuelve a sacar el paño y de nuevo lo avienta a la banca recién pintada, lo hizo tres veces y a la tercera le pegué un 'trompadón' en el cachete y como era el primo del profesor 'para pronto' el maestro me regañó".

Pero el vale me dijo 'a la salida nos vemos', yo acepté el reto y lo esperé en la esquina cuando salimos al medio día, pero él salió acompañado del profesor y se fue con él por el otro lado.

Don José Puente me contó que "desde ese día el profesor me comenzó a tratar mal, incluso una vez que estábamos haciendo un experimento me aventó un tepalcate con ácido sulfúrico y aunque solo me cayeron chispas sí alcanzó a quemar el pantalón, por eso decidí salirme de la escuela".

Debido a eso le comenté a mi padre mi decisión y me dijo que a que me iba a dedicar, por lo que le dije que a talabartero para lo cual me llevó con Félix Quintero que fue quien me enseñó.

Me platica mi padre que por la calle en donde estaba la talabartería pasaba el profesor Antonio Barbosa "y cada que pasaba los demás talabarteros me decían 'José ahí va el palo de orca, tiene la cara empedrada' (porque tenía muchas espinillas) y el profesor se enojaba".

Señala que cada que se encontraba con el profesor en la calle éste le decía indirectas a lo cual mi padre le contestaba. Pero una ocasión don Félix Quintero, el dueño de la talabartería, lo mandó al cuartel (que en ese tiempo se localizaba en el cruce de lo que ahora forman las calles Independencia y Gildardo Gómez, en donde se encuentra actualmente la Gran Logia Masónica y las instalaciones de la Cooperativa de Salineros) para que llevara varias cosas a los Generales encargados del cuartel.

Indica que todo lo que llevaba para los Generales eran trabajos bordados con hilo de plata, y antes de llegar a la esquina del Teatro Hidalgo (por la calle Independencia) venía el profesor Barbosa pero por la banqueta de enfrente, "cuando llegué al cuartel el centinela de guardia me dejó pasar con dos Generales, quienes al recibir lo que les llevaba me pagaron".

Pero el profesor al ver que entré al cuartel se paró para saber que iban a hacer conmigo, "en eso el centinela al ver que se paró el profesor gritó 'Cabo Cuarto', salió el Cabo, quien se fue con el maestro para 'esculcarlo', quitándole el saco y después lo metieron a una oficina, en donde no sé que le dirían".

Asegura mi padre que desde ese día "el profesor nunca me volvió a decir nada, cuando nos encontrábamos mejor se bajaba de la banqueta".

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