BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 03/04/2019

UNA GENIAL IDEA DE AMLO

Guardadas las proporciones (el presidente dijo que sería el espacio artístico y cultural más grande y más importante del mundo), el proyecto del Complejo Cultural Chapultepec, que abarcará 800 hectáreas, contrasta con otros proyectos controversiales impulsados por el gobierno federal, como el Tren Maya o la refinería en Dos Bocas, Tabasco.

De entrada, es un proyecto que generará un beneficio directo para la ciudadanía, preservará un pulmón verde, esencial para la ciudad de México, cuya mancha urbana crece de manera anárquica y en detrimento, cada vez más, de la naturaleza y la zonas ecológicas de la metrópoli más grande de nuestro país.

A diferencia del Tren Maya, donde ni siquiera se aplicaron estudios para determinar el impacto ambiental (o la refinería de Dos Bocas, que es inviable financieramente de acuerdo a los estudios técnicos elaborados por Pemex), el Complejo Cultural Chapultepec reactivará la economía turística ecológica de la urbe y fortalecerá el patrimonio ciudadano.

Es un proyecto, a diferencia del Tren Maya y el Dos Bocas, que es viable, pues en una primera sección del Complejo Cultural de Chapultepec, donde está el Castillo, se preservará toda esa zona de un alto valor histórico, y en la segunda sección estará el Museo de Historia Natural y la feria.

Estas dos secciones antes estaban separadas por la residencia oficial de Los Pinos, pero ahora que se abrió al público este espacio, embona perfectamente para la consolidación de este proyecto. La tercera sección es el espacio entre Constituyentes y Reforma.  Y la cuarta, que ahora se incorpora, tendrá un espacio para la guardia nacional y el resto del espacio, se une al bosque.

Sin demeritar este proyecto, al presidente le faltó nomás precisar los costos y el recurso público que se ejercerán, así como explicitar si contará con inversión privada o se optará por esquemas de inversión pública-privada. Esta información es importante y es esencial, para fortalecer los mecanismos de transparencia, que se dé a conocer de manera pública.

Quizá, más que por el Tren Maya y la refinería --cuyos costos políticos aún no se cuantifican--, al presidente Andrés Manuel se le recuerde por esta magna obra. Una obra simple, sin parafernalia, que no daña el medio ambiente y que será del disfrute de los mexicanos.

Dos puntos

En el caso del espacio de la vigésima zona militar, donde se encuentran de manera provisional algunas oficinas de gobierno (esto mientras se construye el C5), se debe impulsar un proyecto similar, que potencialice el turismo ecológico de la capital, pero sobre todo que genere productividad e inversión pública. Se trata de que este patrimonio estatal genere una derrama económica, empleos y que se consolide como un espacio de divertimento y recreación para los colimenses. Pensar en un jardín o en un espacio deportivo, se queda corto para el alcance y potencial de este espacio.

Al igual que el gobierno de AMLO, el gobierno de Ignacio Peralta también tuvo esa sensibilidad y visión para reubicar la zona militar, y consolidar este proyecto, que se une con La Campana, en la preservación de espacios públicos, que serán disfrutados por muchas generaciones de colimenses. Son obras de trascendencia histórica. Esas son las obras que deben hacer los gobiernos.