BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 02/04/2019

TODO PUDO SER UN DESASTRE…

El lunes el gobernador Ignacio Peralta, junto con el alcalde de Colima, Leoncio Morán y el dirigente del sindicato de trabajadores del estado, Martín Flores, oficializaron el arranque de un fraccionamiento al norte de la capital, donde se construirán casas para los trabajadores del gobierno estatal.

El evento no pasaría de un acto oficial, sin mayor relevancia noticiosa, si los tres actores principales –Ignacio Peralta, Leoncio Morán y Martín Flores—no tuvieran antecedentes de un antagonismo muy marcado: el alcalde y el dirigente sindical estuvieron a punto de llegar a los golpes, a fuera de una estación de radio local, en la contienda electoral del 2015. 

Por eso digo que llama la atención la civilidad política de Ignacio Peralta, Leoncio Morán y Martín Flores; en el caso del gobernador, recordemos que Leoncio fue su contrincante en la contienda electoral por la gubernatura, y también que Martín Flores no pertenece al grupo político del gobernador, pues el líder sindical estuvo más cercano a Mario Anguiano.

Y es que Martín fue líder del PRI durante el gobierno de Mario y luego presidente de la comisión de gobierno interno en el congreso local, donde las capacidades parlamentarias de líder sindical tuvieron un peso determinante para darle viabilidad, desde la gestión legislativa, al gobierno anguianista.

Cuando gana la elección extraordinaria Ignacio Peralta, rompe con el grupo de Mario, y Martín, por la cercanía con éste, no fue bien visto. Yo, incluso, en una colaboración de aquella época vaticinaba su muerte política. Un craso error y ahora lo reconozco, pues el líder regresó a la veta sindical, donde hay que reconocer el trabajo realizado a favor de sus agremiados.

Creo que esta civilidad política es digna de destacar y ponderarla, en especial en estos tiempos, cuando los antagonismos irracionales de la clase política impiden la realización de proyectos esenciales para la población, e incluso el trabajo cotidiano de una institución se ve entorpecido (ahí está la CNTE que secuestra un poder).

Imagínense ¿qué hubiera ocurrido si Leoncio, pensando con el hígado, no da los permisos para la construcción de este fraccionamiento sólo por joder a Martín Flores? ¿O que el gobernador entorpeciera los trámites y procesos para la gestión de recursos del sindicato, impidiendo el desarrollo de este fraccionamiento? ¿O qué hubiera sucedido si el líder sindical apoyara o tolerara huelgas ilegales, sólo por perjudicar políticamente al gobierno peraltista, afectando los servicios públicos?

Nada de esto sucedió. Todo pudo ser un desastre, pero no lo fue. En cambio, el ayuntamiento autoriza el desarrollo de un fraccionamiento que dará dividendos a las arcas municipales en concepto de predial; el gobierno tiene contentos a sus trabajadores y genera un clima de estabilidad que le permite seguir proporcionando servicios públicos a la población; y el sindicato beneficia a sus agremiados con acciones tangibles y cumple con su función de velar por sus derechos laborales.

Todos ganan. Hubo diferencias –las hay todavía, quizá--, pero se prioriza el beneficio colectivo. Son inteligentes y, lo más importante, tienen sentido común, una cualidad que está escaseando entre la nueva clase política, la cual no ve más allá de sus intereses personales, cegados por el odio y el discurso maniqueísta.

Dos puntos

Dice el diputado y líder de Morena en el congreso de la unión, Mario Delgado, que la reforma educativa se detiene y que no sigue hasta obtener la aprobación del magisterio, aunque éste sólo esté representado por los bribones de la CNTE, quienes dejaron sin clases a más de un millón de niñas y niños de los estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán, y que la semana pasada clausuró los accesos del legislativo federal. Los de la CNTE buscan el control de las plazas y la nómina educativa. El asunto de fondo es ver si el presidente cederá a las presiones o levantará la voz como lo hizo con los españoles, llamando a cuentas a la coordinadora por sus ausencias en el aula y su proselitismo en detrimento de la educación de México.