LA CONQUISTA Y FUNDACION DE COLIMA
Una serie de circunstancias acumuladas la provocaron. El mismo visitador Lebrón de Quiñones dice que a la sazón, en Tecomán "habría cuatro o cinco mil hombres". Aunque la cifra resulta abultada, cabría recordar que cuando llegan los españoles y sus aliados era tiempo de la zafra salinera, a la que por temporadas se dedicaban los lugareños y a la que acudían naturales de toda la región. Por aquel tiempo esta planicie costeña era una enorme extensión de selva baja, de abundante mangle y agresiva y sofocante vegetación tropical.
La única estrategia militar que se le ofrecía a Gonzalo de Sandoval era el exterminio del pueblo, asentado casi a orillas del mar. Un tercer factor por tener en cuenta fue la presencia de contingentes aliados de tarascos y texcocanos, entre otros. Sus respectivas crónicas aluden a la violencia con que se llevó a cabo la batalla. Consumada la venganza, fueron enviadas misiones de paz invitando a los dispersos a regresar a sus pueblos. Lebrón de Quiñones, retomando lo dicho por sus informantes, escribió 30 años después: "y enviándolos a llamar y asegurar a los que estaban en las sierras huidos, bajaban a dar la paz".
Allanado el camino, Cortés respondió a los correos remitidos por Gonzalo de Sandoval con nuevas instrucciones, destinadas a fundar una ciudad de españoles en estas tierras, que llegarían a manos de Sandoval a fines de junio o después. Mientras, y urgido por la amenaza del temporal de lluvias, Sandoval tomó providencias para explorar en forma sistemática el territorio sometido, con el fin de conocer pueblos y gente. Es posible que, para este efecto, se organizaran partidas que recorrieron la inédita geografía. Los exploradores tomaron dos rumbos: un primer grupo avanzó tierra adentro, por los márgenes del río Nahualapa, hoy Armería y desviándose luego a la altura del actual Coquimatlán hacia los volcanes.
Otra partida, a cuyo frente iría Sandoval, se encaminó al norte por la costa buscando puertos de mar, sabedor de la importancia que les daba Cortés. Ambos grupos exploradores, hechos sus recorridos, volvieron a encontrarse para compartir hallazgos y frustraciones. El hallazgo del puerto de Salagua o Santiago, en las inmediaciones del actual Manzanillo; las fantásticas noticias de Amazonas y la confirmación de la existencia de oro y perlas -de las que Sandoval envió a Cortés "cierta muestra de perlas que halló"-, habría que agregar dos más; uno implícito en la IV Carta cortesiana: la identificación de un excelente y bello asiento en el valle de Colima para fundar una Villa española, y otro callado: Las Salinas, recurso valioso para la naciente minería.
Al tener conocimiento que Cortés mandaba fundar una villa de españoles, pronto surgieron voluntarios para ser los primeros vecinos. La tierra era bella, con variedad de climas, costa abundante, agua suficiente: Tierra de promisión. En presencia de Sandoval, representante de Cortés, los españoles decididos a avecindarse en la nueva villa así lo manifestaron, comprometiéndose a velar por la seguridad del territorio y a obedecer a las autoridades designadas. Aquella fundación formal de la Villa de Coliman de la Nueva España, como se le designa en los primeros documentos conocidos, según fue un 25 de julio, pero de 1523, en la festividad de Santiago Apóstol, hará ya 488 años.
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