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A PROPÓSITO DEL “DÍA MUNDIAL DEL RETRETE”
El lunes 19 de noviembre se celebró el “Día Mundial del Retrete” y me sorprendió por dos razones: primero, porque desconocía que existiera tal conmemoración e incluso pensé que era otra ocurrencia de las redes sociales y su tendencia jocosa que tanto abunda en estos días, pero investigué y pude confirmar que realmente existe como una medida de concientización por la crisis mundial de saneamiento que se vive en el planeta; y en segundo lugar me sorprendí por la nota que publicó La Jornada el día 20 de noviembre sobre el tema, y que titula “Carecen de drenaje en 42% de planteles de enseñanza básica y especial: CNDH”. Por el porcentaje tan alto, que estipula la nota, quise pensar que era un porcentaje en relación a cierta zona del país, pero no, es un porcentaje a nivel nacional y claro está, los estados más afectados son: Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Michoacán, quienes siempre han tenido que sufrir las peores carencias de nuestro mal organizado país.
No había yo considerado el acceso al baño como un derecho humano, como se considera en la página oficial www.toiletday.info/wtd2018/ hasta ahora que leí sobre el tema, y creo que es urgente que todas las escuelas de todos los niveles educativos (y más los de educación básica) de todo nuestro país, cuenten con acceso a baños y en óptimas condiciones de salubridad y que además de servicio de drenaje y agua potable cuenten también con lavabos (¡y jabón y papel!) para hacer un alto a los círculos viciosos de enfermedades y contagios, ya que mientras no se suplan estas carencias, se seguirán incrementando los problemas de salud pública.
Me gusta eso del "acceso al baño como un derecho humano" pues en las escuelas hay varias historias que contar, por ejemplo, la negativa a los estudiantes que quieren ejercer ese derecho cada cambio de clase y que les pasa como la fábula del pastor y las ovejas, que cuando fue cierto que apareció el lobo nadie le creyó, es decir, niños que se han llegado a hacer del baño en el salón de clases porque se les niega el permiso de ir, o las escuelas donde el alumno que logra el permiso para tan ansiado fin, debe llevar colgado el gafete con tan honorable destino para que prefectos, docentes y alumnos sepan que cuenta con la autorización del maestro en turno para ejercer tal derecho. Aquí en México, como vivimos en la desconfianza, el pedir permiso para salir al baño o entrar al salón cuando se regresa del mismo, es todo un suplicio; permiso que no debería ni pedirse si lográramos educar a nuestros alumnos en la honestidad, pues siendo una necesidad vital y un derecho humano, todos tendrían que gozarlo sin mediaciones de por medio. Se me vienen a la mente países de primer mundo, donde los niños de primaria no piden permiso para ir al baño, simplemente le avisan al maestro con un discreto gesto (por ejemplo, ponen la palma de su mano encima de la otra palma simulando una “T” de toilet y ya) acto que ahora entiendo es, además de un gran avance educativo (no represivo, no autoritario), un lujo, porque obviamente todas las escuelas tienen baño y no forman parte (como nosotros) de esa quinta parte del mundo donde todavía existen escuelas sin baños. Entonces el reto en México es doble: lograr baños para todas las escuelas y educar en el uso responsable del mismo, pues no debemos olvidar que a ejercer los derechos también se enseña y se aprende.
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