PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 07/09/2017

FRENTE AMPLIO EN COLIMA

El divisionismo interno que viven los partidos políticos en nuestra entidad no fue impedimento para que el Partido Acción Nacional, el Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano consiguieran concretar un Frente Amplio que desde hacía meses venían cabildeando los respectivos dirigentes políticos nacionales desde el centro. Aun cuando las diferencias ideológicas (o mejor: los intereses partidistas) son evidentes en cada una de estas tres fuerzas políticas, mismos que parecen irreconciliables, no me cabe la menor duda de que los dirigentes de los partidos locales no tendrán más remedio que ceder a un pacto en el que lo que más debe importar no es saber qué partido se llevará la mejor cuota de poder y las mejores candidaturas en la elección popular sino qué hombres y mujeres serán los que propondrán para lograr la transformación social que se han impuesto. Porque si este Frente Amplio no tiene, como se ha dicho, un mero principio electoral (o electorero), entonces no debemos hacernos bolas haciendo ecuaciones matemáticas porque, de lo contrario, el Frente Amplio devendrá en más de lo mismo. Si el Frente Amplio, como han dicho sus líderes, alienta una nueva forma de gobernar y su objetivo es transformar la sociedad, entonces en el frente del Frente Amplio tendrán que estar candidatos capaces y de probada respetabilidad moral (o al menos suficiente) como para llevar a cabo la encomienda buscada. En Colima es visible que entre el líder del PAN, Enrique Michel, y la delegada del PRD (Martha Zepeda), existen visiones en común, pero habría que ver qué tanto se hace converger la avanzada de Movimiento Ciudadano, con Locho Morán al frente, en este nuevo escenario, considerando que Locho Morán salió del PAN en las pasadas elecciones en no muy amigables términos. Los tres líderes (y en esto incluyo a Martha Zepeda porque es la que le ha dado visibilidad real al perredismo local) tendrán que ceder una parte de su propio terreno (y de sus personales fobias) a un proyecto que, de consolidarse, podría sin ninguna duda traernos la tan ansiada alternancia democrática en 2021. Pero para empezar es importante generar cuanto antes (esto es, luego de la disposición de los líderes de ir unidos “realmente”) las reglas básicas de concertación sobre las formas que regirán el rol que cada líder tendrá, la manera en que se elegirán a los candidatos, los aspectos que se tomarán en cuenta para su elección, etcétera, a fin de evitar que el Frente Amplio se dé, a la primera de cambios, un frentazo en la pared. El Frente Amplio es un reto difícil, es cierto, pero creo que abre ahora sí la posibilidad real de enfrentar al PRI en los comicios de 2018, primero, y en los de 2021, después, con resultados ciertamente alentadores. La base de esto está en no perder la proporción, en más que ser equitativos ser justos y en no pensar, desde ahora, como partidos integrados a otros partidos, sino como una unidad partidista enfocada a un mismo objetivo. Parece difícil, es verdad, pero sentando las bases de las reglas del juego desde un principio, tengo la certeza de que no resultará imposible.

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