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ESTACIÓN SUFRAGIO

Administrador Colimapm | Opinión | 01/09/2017

POR: Adalberto Carvajal

CÓMO NO ENCARECER UNA DECISIÓN POLÍTICA:

Que hicieran, deshicieran y rehicieran delegada del PRD a Martha Zepeda le restó fuerza al movimiento contra el Ecoparc.

A muchos de quienes nos hemos manifestado en contra de la idea de privatizar un espacio público como lo era el Parque Regional, para convertirlo en un zoológico africano, nos habría gustado que la protesta encabezada por Martha Zepeda del Toro consiguiera por lo menos encarecer políticamente la decisión de transformar un parque urbano en un producto turístico.

El Griselda Álvarez era el único parque urbano que tenía el centro histórico de la capital. El Parque Hidalgo es, en realidad, una extensa alameda (cuyo significado se extiende a cualquier tipo de arboleda no sólo a un bosquecillo de álamos) y el de la Piedra Lisa, después de tantas intervenciones, quedó como una enorme plancha de concreto con algunas manchas verdes. Los jardines Libertad, Torres Quintero, Núñez y Juárez son modestas plazas cívicas.

Vamos a suponer que el Ecoparc tenga viabilidad financiera y al cabo de unos años los concesionarios no pretexten que como negocio es incosteable. Me sigo preguntando por qué no mejor instalaron el zoológico en La Campana, predio que el Gobierno del Estado adquirió por los mismos días en que se tomó la decisión de acabar con el Parque Regional y donde hay terreno de sobra.

Si la idea era construir un refugio para los elefantes que ya no pueden trabajar en los circos o para los animales exóticos rescatadas de narco-ranchos asegurados por la Procuraduría General de la República, podría haberse dispuesto de una parte de la superficie liberada en la zona arqueológica. ¿O es que acaso no está resuelta jurídicamente la compra-venta de La Campana?

Y si el Ecoparc no resulta negocio, ojalá que los concesionarios no quieran entonces subsidio púbico o, peor aún, un cambio en la concesión para transformar el lugar en hotel, club campestre o cualquier otra cosa alejada de su fin original, el que se le dio cuando el gobierno de la primera mujer en gobernar un estado mexicano adquirió la huerta Garibay: ser un parque urbano.

UNA IZQUIERDA PULVERIZADA:

Zepeda del Toro no logró encarecer políticamente la decisión tomada por el Ejecutivo de privatizar el parque regional, porque ella misma, como figura política, se devaluó estrepitosamente en los últimos días.

Cuando la excandidata del PRD a la Gubernatura (tanto en la elección ordinaria como en los comicios extraordinarios que siguieron a la anulación del proceso regular) comenzó esta lucha contra el Ecoparc, todavía no la nombraban delegada especial del comité ejecutivo nacional en Colima.

Pero el día en que realizó un plantón para complicar la inauguración del establecimiento, ya la habían vuelto a designar para ese cargo luego de que la dirigencia nacional del Sol Azteca anuló su nombramiento.

Solo podemos especular acerca de las circunstancias que llevaron a Martha Zepeda por esta montaña rusa de emociones, en la que llegó a convertirse en líder del perredismo colimense, para luego ser defenestrada y enseguida vuelta a encumbrar, en una serie de actos oficiales carentes de ceremonial mediante los cuales la nombraron, desnombraron y renombraron con llamadas telefónicas y oficios girados por correo electrónico.

¿Desbancaron de la delegación a Martha cuando los Chuchos pensaron que se iría con López Obrador? ¿Y la reinstalaron cuando el CEN se convenció que, de no retenerla en las filas del PRD, Zepeda terminaría uniéndose al proyecto presidencial de Andrés Manuel?

No lo sé. Pero semejantes vaivenes burocráticos le restaron fuerza al movimiento contra el Ecoparc, y contundencia a un discurso opositor coherente e irrebatible. Un discurso político que puso a temblar al régimen, por cierto.

Y es que cuando Martha Zepeda pidió un plebiscito sobre la concesión del parque regional, muchos colimenses oyeron referéndum y empezaron a hablar de la conveniencia de legislar para hacer posible la revocación del mandato.

Por eso, cuando se anunció que le habían quitado la delegación del PRD en el estado, hubo quienes pensaron en que se trataba de una negociación de los Chuchos con el gobierno de Colima, para acallarla.

Lo más probable es que nadie tejiera tan fino, y que la asociación público-privada que está haciendo negocios con el Ecoparc ni siquiera o tenga vínculos con alguno de los partidos que gobiernan Colima (PRI, Verde, Nueva Alianza y PT) como para operar la destitución de Martha. Y si lo hicieron, pues no funcionó porque Zepeda del Toro ya está de nuevo en la dirigencia perredista.

Volvió a ser delegada, pero sigue estando aislada en el PRD. La militancia del Partido de la Revolución Democrática no la siguió en estas batallas que Martha Zepeda emprendió como una lucha personal. Y por ello no logró encarecer políticamente la decisión de privatizar el parque regional.

Por eso, por la pulverización hasta niveles subatómicos de la izquierda. Y porque en los espacios naturales de representación popular y mediación social (los partidos de oposición, las minorías en el Congreso y gran parte de la prensa) ya nadie discute la barbaridad de instalar un zoológico africano en un espacio público.

Un parque urbano que, además, ya se lo habían apropiado las familias que habitan el sur y oriente de la ciudad, donde se ha concentrado la población de menores ingresos en la capital.

DESPOJO INJUSTIFICADO:

Nuestros diputados visitaron el Ecoparc cuando apenas lo estaban habilitando y con eso tuvieron para convencerse de las bondades del proyecto. Y en los medios tradicionales nadie quiere cuestionarse de dónde vienen los animales.

Sabed que existe un protocolo que impide vender y comprar ejemplares entre zoológicos. Ello busca desalentar el tráfico de especies en peligro de extinción. Leones, tigres, elefantes, hipopótamos, jirafas o gorilas, por mencionar algunos de los animales más vistosos, solo pueden ser intercambiados, prestados o cedidos. Jamás vendidos entre zoológicos.

Al ritmo que se reproducen (si es que procrean) las especies en cautiverio y con esas condiciones de intercambio, es impensable que un zoológico nuevo se llene pronto. Cuando eso ocurre hay que sospechar. ¿De dónde vienen los animales del Ecoparc? ¿Es que el tema no le preocupa ni a la Profepa?

Por lo demás, ¿cómo van a sostener un zoológico con boletos de 30 pesos sin que eso al final le cueste al erario? Al margen de que la excusa siempre fue liberar a la administración pública de una carga presupuestal, ¿qué va a pasar si el negocio no resulta?

Coincido con el secretario de Turismo, César Castañeda y Vázquez del Mercado, en que al centro de la ciudad le hacen falta atractivos turísticos, ¿pero era necesario despojar a la población de su parque urbano más accesible?

En Central Park de Nueva York, en Balboa Park de San Diego e incluso en el Bosque de Chapultepec de la Ciudad de México, se instaló un zoológico dentro del principal parque urbano de la ciudad. Pero habría sido insensato convertir todo el parque urbano en un zoológico.

Además, esos tres zoológicos fueron abiertos cuando todavía el concepto era el de una casa de animales: con jaulas y a lo sumo pabellones. Los nuevos zoológicos demandan grandes superficies para conceder a cada especie o grupos de ellas una réplica de su hábitat. Y un buen ejemplo de ello es el Zoológico Guadalajara.

De acuerdo a esas normativas, en el parque regional cabe una jirafa, pero no dos. Quizá fue por eso, y no porque el personal hizo un manejo inadecuado, que una de éstas acabó con el cuello roto.

Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en el sitio web CARVAJALBERBER: www.aacb2.com.

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