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LA PANGA

MAYAHUEL HURTADO | Opinión | 03/08/2017

APARTE DE MANTENIDO, SINVERGÜENZA

Realizando una investigación periodística me he encontrado con muchos casos de mujeres que se tienen que convertir en las jefas de familia debido a que cometieron el gravísimo error de elegir mal a su pareja o al padre de sus hijos. Y es muy común toparnos con un tema en donde el hombre se sienta y hace las labores domésticas mientras la mujer sale a ganarse el pan de cada día y ver de qué manera afrontará los compromisos económicos debido a que en casa no hay hombre que responda por ella, sino al contrario, tiene un explotador en potencia que encima de que no hace bien ni el trabajo doméstico, ni el cuidado de los hijos, las tienen sometidas por el lado de la violencia psicológica.

Pues les voy a platicar de cierta historia de una mujer que se casó con un sujeto que venía de varios fracasos sentimentales, pero que con sus supuestas influencias amedrentaba a esta mujer con hacerla perder su trabajo e incluso en el caso más grave, amenazaba con quitarle el patrimonio que por años había construido para sus hijos. Quizás es una nueva modalidad que algunos varones, si así se les puede decir, están tomando para evadir la responsabilidad histórica que el hombre jugó en las sociedades de todos los tiempos y de todas las épocas. Pues ahora resulta que algunos sujetos quieren jugar el papel del amo de casa, cuidan a los niños, tortean, compran la despensa, limpian la popó del perro y el gato, riegan el jardín, hacen manualidades en sus ratos libres y bueno, hasta acuden al aerobics y al yoga, sin quitar que todas las tardes se sientan frente al televisor a ver La Rosa de Guadalupe.

Debo hacer un paréntesis para decir que mi respeto para los caballeros que aún en la actualidad saben el papel que juegan en la sociedad y en la familia, esto es como decía mi padre, “el hombre es la cabeza en el hogar, el que toma las decisiones y el proveedor del hogar, ya que la mujer le toca la difícil tarea de educar a los hijos”.

Regresando del paréntesis veo con tristeza que muchas mujeres por el solo hecho de tener una pareja soportan a los llamados “Mantenidos” refiriéndome a los masculinos atrapados en el camuflaje de una ama de casa, que exigen derechos y no tienen pena alguna de realizar los trabajos que son los que históricamente realiza la mujer que se dedica a ser ama de casa de tiempo completo.

Debemos de diferenciar el feminismo ejercido por una mujer que decide ser uno de los pilares de la familia y convertirse en proveedora a la par de un hombre, como sucede en muchos hogares exitosos en donde el hombre y la mujer trabajan; lo mismo ocurre con las mujeres que son madres solteras y les toca la difícil tarea de ser jefas de familia y salir a trabajar sin descuidar la educación de los hijos.

Pero hablemos de los mantenidos, aquellos maridos o parejas que viven a expensas del dinero de su esposa, novia, pareja, son aquellos vividores que en la mayoría de las veces son misóginos y someten a la mujer a tal grado que la obligan a realizar las funciones de proveedora del hogar y manipulan las situaciones al interior de la familia, para generar una ecodependencia y que los hijos sean el arma con la cual la doblegan.

Siempre conocí a los hombres liberales que respetan la equidad de género y permiten que la mujer se desarrolle profesional y laboralmente para crecer juntos; a los hombres chapados a la antigua que prefieren que la mujer de buenas cuentas del hogar y de los hijos, mientras el hombre de la casa sale a trabajar para ganarse el pan de cada día y ahora debo decir, la versión lamentable de algunos que padecen “el síndrome del mantenido” y para ello compartiré algunas anécdotas que me platicaron personas a quien entrevisté:

“No todos los mantenidos, en la vida real y pragmática, sirven para algo. El primer ejemplo de hombre mantenido que conocí y me pasmó, fue un hombre que vivía del sueldo de su mujer en dos trabajos que tenía. El individuo quizás haría muy buenos trabajos sexuales, lo cual sinceramente dudo por su edad que pasaba de los 60 y algo, chaparro, feo, con visión corta y usaba lentes con bifocales,  pero él sólo estaba como un mueble o pieza prescindible. Saludable, fuerte y de buena edad, se la pasaba tirando la hueva de una forma tan cínica, que hasta llegaba a convencer que sí, en efecto, era maravilloso que su pobre esposa lo mantuviera (…)

Otro caso de mantenido utilitario, como lo dijo una mujer que compartió esta anécdota, tiene una función interesante. Esta señora mantuvo a su esposo durante años, hasta que se divorció. Ella quedó a cargo de hijos, casa y trabajo y pronto buscó al mantenido de nuevo. Ella necesitaba una esposa, si nos apegáramos a los cánones machistas, y también mucha ayuda en casa. Un arreglo muy extraño, de esos acuerdos raros a los que algunas personas hacen por sus hijos”.

En fin en esta época de modernidad, de liberación femenina, no faltó quien saltara para cambiar de roles, dejó el de patriarca por ama de casa, y es que nada de malo tiene cuidar a los hijos y ayudar en las labores domésticas, lo malo está en vivir a expensas del esfuerzo del trabajo de la mujer y quedarse sentado observando el panorama, en vez de ir juntos aportándole para construir el patrimonio familiar.

Pero bueno, lo paradójico de éste caso es que muchos de éstos vividores acaban con jugosas pensiones que ahorran en el banco, mientras se gastan el salario de sus mujeres…

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