El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), informa a la población que la obesidad representa en la actualidad un problema de salud pública en México y en el mundo. Se asocia con frecuencia a otras morbilidades en ambos sexos: diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca, hipertensión arterial, ciertos tipos de cáncer, expectancia de vida reducida y un costo social significativo. No menos importante resultan ser las dificultades para la fertilidad, osteoartritis, discapacidades sociales causadas por estigmatización, problemas con el sueño y dificultades para respirar que acompañan a estos pacientes.
Aunque la grasa constituya una fuente de energía, se ha demostrado que el tejido adiposo influye en numerosos procesos fisiológicos antes desconocidos, lo que equivale a reconsiderar el concepto de que sea un tejido inerte.
Un aspecto que no suele ser abordado en los pacientes obesos es sobre el desempeño de su vida sexual. Hay indicadores de que la obesidad y el sobrepeso duplican el riesgo de padecer disfunciones sexuales.
En algunos pacientes la aparición de un trastorno en su comportamiento sexual, como la disfunción eréctil en el varón, puede ser un aviso de otras enfermedades que suelen padecer los pacientes obesos como la hiperglucemia o la enfermedad coronaria.
En la mujer obesa y en etapa reproductiva, el desempeño sexual se encuentra afectado en las esferas de excitación, lubricación, satisfacción y orgasmo, no así en el deseo y el dolor . Las mujeres suelen reportar disfunciones sexuales con mayor frecuencia que los hombres y también acuden más a consulta médica que los varones.
El IMSS recomienda los cambios en el estilo de vida y un incremento en la actividad física deben ser objetivos permanentes para lograr tal fin. La salud sexual interviene en el bienestar tanto físico como mental del individuo y la obesidad no debe ser una condición que impida tener una conducta sexual satisfactoria.
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