PUPITRE AL FONDO

BLANCA F. GÓNGORA | Opinión | 08/06/2017

OPERACIÓN MOCHILA: PREVENCIÓN Y PROTECCIÓN

No cabe duda que como sociedad  nos vemos cada vez más  inmiscuidos en distintas temáticas que nos hacen reflexionar y cuestionarnos ciertas formas de pensar o proceder. Una de esas cuestiones es la referente al operativo de seguridad denominado “Operación mochila”, mismo que se ha venido implementado desde hace muchos años atrás, sin la formalidad ni constancia como se lleva a cabo hoy en día, en las escuelas de educación básica. El objetivo es claro: “representa una medida de protección disuasiva cuyo objetivo es evitar la introducción de objetos y sustancias dañinas para los estudiantes y las propias instituciones”. El procedimiento básicamente es el siguiente: un día cualquiera de la semana, ante la presencia y colaboración de padres de familia y miembros del Consejo de Participación Social de la escuela, se revisan mochilas en busca de los objetos antes mencionados. Si se encuentran alguno de estos, entonces se siguen ciertas líneas que la Secretaría de Educación tuvo a bien definir para todas las escuelas. La intención es buena, aunque no deja de ser reflejo de una sociedad sumida en la violencia, y eso es realmente lamentable. No sé qué opinarían otras culturas (Finlandia, Nueva Zelandia, Alemania, etc) pero creo que quedarían asombrados y quizá hasta desconcertados; pero solamente los que vivimos esta realidad sabemos los fundamentos de ciertas resoluciones preventivas.  La medida ha generado opiniones favorables, aunque no han faltado las opiniones negativas que defienden  el derecho a la privacidad de los niños y jóvenes estudiantes, cuestión que implica pensar hasta qué grado se debe respetar el derecho de la privacidad de unos cuántos o el derecho a la seguridad de todos los demás.

La “operación mochila” es un acto que considero fundamental incluso como estrategia familiar, tal como lo considera la Secretaría de Educación, quien afirma que “debe iniciarse en casa, continuar en la escuela y concluir al retorno a casa”. No debe verse como un acto invasivo pues incluso, bien dirigido, puede ser un buen vínculo emocional entre padres e hijos. Recuerdo una dinámica aplicada en una reunión de padres de familia para entrega de calificaciones, se pidió a los estudiantes que antes de salir del aula dejaran las mochilas dentro, los maestros cambiaron de lugar las mochilas y se les pidió a los padres de familia que se sentaran donde estuviera la mochila de su hijo o hija. El asombro  fue que muchos padres y madres de familia no sabían cuál era la mochila de sus hijos, entonces, seguramente, menos sabían lo que realmente cargaban dentro de ellas. La misión, pues, por parte de los padres de familia es involucrarse más y estar más al pendiente de nuestros hijos: revisemos sus mochilas,  sus cuadernos,  sus redes sociales y sus vidas en lo general y en lo particular, al fin y al cabo son nuestros hijos y de nosotros depende qué mochila queremos que carguen  hoy y el resto de sus vidas.

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