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PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 23/03/2017

ÓSCAR JAVIER HERNÁNDEZ ROSAS, BAJO UN FUEGO FATUO

No hay país de primer mundo (esto es: no hay sociedad con un alto grado de civilidad, sensibilidad y compasión ante el dolor ajeno) que no tenga como eje rector de su progreso a la educación. En nuestro país (y nuestro estado) se ha llevado ya al discurso este principio fundamental que aprendimos desde La república de Platón, pero parece ser que ni con la reforma educativa (ni con el nuevo modelo educativo) hay indicios de que salga de ahí, esto es, del mero discurso. Se tiene que hacer un trabajo titánico, llevar a cabo una de esas proezas de las que sólo son capaces los héroes, para que se pueda romper con las cadenas que mantienen a nuestro sistema educativo tradicionalista arraigado en la parte más retrógrada de nuestra idiosincrasia y, luego entonces, movernos hacia mejores derroteros. No dudo que el actual secretario de Educación, Óscar Javier Hernández Rosas, tenga claro este poder transformador de la educación y tenga intenciones, por tanto, de transformar para bien el status quo del sistema educativo local, con todas las adversidades que esto implique, pero sí empiezo a dudar de que el tema educativo sea una prioridad para el gobernador Nacho Peralta, aun cuando haya insistido (a nivel de discurso) de que sí lo es. Me explico: ya tiene meses Diario de Colima (cuyo propietario es tío del mandatario estatal) acosando mediáticamente al secretario de Educación de una forma obsesiva, para definirla correctamente. Como sabemos, el periodismo de Diario de Colima (y ahora el de Ecos de la Costa) sólo responde a intereses económicos y políticos (que a su vez son también económicos), de manera que la idea de mantener informada a la sociedad es una pura y falsa ilusión. Considerando este principio, dos cosas pueden deducirse de los ataques de Diario de Colima al secretario de Educación Óscar Javier Hernández: el primero es que Diario de Colima (y quien está detrás de los ataques, sin duda fuego amigo) tiene jugosos intereses sobre la Secretaría de Educación y el segundo es que esos jugosos intereses son más grandes y poderosos que el propio gobernador Nacho Peralta, quien ni siquiera ha sido capaz de respaldar a su secretario en un asunto que lo implica a él también, pues las acusaciones que se hagan sobre cualquier integrante de su gabinete lo alcanzan a él mismo, a menos que consienta los ataques a su secretario de Educación, lo que sería aún peor pues sería incriminarse a sí mismo. Es tan incongruente Diario de Colima (hoy el mayor lastre que lleva sobre la espalda el gobierno estatal) que ha defendido a Arnoldo Ochoa de las acusaciones de la desacreditada asociación ¿Cómo vamos, Colima?, que esperamos el Congreso ponga ya pronto en su lugar y no le otorgue ninguna concesión, pero al mismo tiempo, por el contrario, ha usado la información de esta asociación para criticar al secretario Hernández Rosas de no permitirse ser evaluado. Necesitamos, pues, que el gobernador se pronuncie ante un asunto de capital importancia para los colimenses: la educación. ¿No le vale ni una palabra eso que constituye para él el eje rector de su gobierno? El que calla, dicen, otorga. Esperemos que éste tampoco sea el caso.

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