PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 24/11/2016

CANIBALISMO PRIISTA Y RESURRECCIÓN PANISTA

Desde hace por lo menos dos décadas el PRI colimense (y nacional) ha entrado en una espiral de descrédito que lo ha obligado a reformular su participación política dentro de la sociedad. No han hecho cambios sustanciales ni transformaciones de fondo (pues de otra manera desde cuándo habrían conseguido la aceptación que les asegurara una permanencia holgada en el poder), sino cambios puramente cutáneos que lo único que han conseguido es recrudecer su propia crisis. La mayor derrota que vivió el PRI en Colima la sufrió en las pasadas elecciones, donde perdió la mayoría de las alcaldías (que recayeron en el PAN) y el congreso local (que también benefició al PAN). El triunfo priista de la gubernatura, como se sabe, fue polémico, pero no hay que olvidar que en el uno a uno el PRI (Nacho Peralta) fue derrotado por el PAN (Jorge Luis Preciado), lo que evidenció la poca rentabilidad electoral del primero contra las enormes ganas de una alternancia democrática que propició en la sociedad el segundo. El PRI, mención aparte merece el fraude electoral y la elección de Estado que vivimos los colimenses, debió su triunfo a los partidos satélites que, por intereses particulares y no sociales, se aliaron a los rojiblancos en los pasados comicios. Estos partidos fueron: Nueva Alianza, Verde Ecologista y Partido del Trabajo, en una alianza legal, más Movimiento Ciudadano, en una de facto. Como la estructura del PRI es enorme, esto en virtud de las más de nueve décadas que tienen gobernando Colima, cualquier pérdida de sus cotos de poder le significa una sensible catástrofe, de ahí que tenga que echar a andar sus estrategias de cooptación para poder recuperar a la mala esos cotos de poder perdidos por la buena, tal como recientemente lo hizo el gobierno de Nacho Peralta con los diputados hoy conocidos como PRIindependientes (Nico Contreras, Javier Ceballos y Luis Ayala), a quienes el monstruo corrompedor logró hacer a sus lindes. El PRI también ha conseguido no sólo cooptar individuos sino estructuras de poder más grandes, como organizaciones civiles o partidos políticos. En el primer caso está, claramente, una organización como “¿Cómo vamos, Colima?, hoy totalmente infamada. En el segundo caso están partidos como Nueva Alianza, Verde Ecologista (donde logró poner a uno de los suyos, el propio Virgilio Mendoza, aliado del mandatario Nacho Peralta), Partido del Trabajo (que tiene a Joel Padilla como uno de sus concesionarios políticos), y a su nueva adquisición: Movimiento Ciudadano, cuyo dirigente (Locho Morán) no ha hecho otra cosa que coadyuvar a la sobrevivencia del cacicazgo rojiblanco en nuestra entidad, siendo él mismo también un cacique del partido que dirige y que parece de su propiedad. Si bien los anteriores partidos son cortesanos declarados del PRI (unos con más antigüedad que otros), lo grave ahora es que esto mismo se pretende hacer con el PAN en la próxima elección de su dirigencia. Si el PAN no se afianza en su militancia no logrará resucitar a la acechanza que desde el gobierno actual y a través de Pedro Peralta Rivas, familiar el gobernador Nacho Peralta, se les quiere imponer con Julia Jiménez, candidata a dirigir los destinos de este instituto político a partir de diciembre y una clara comparsa del partido en el poder. El PRI, pues, para sobrevivir al descrédito social ha tenido que camuflarse en otros partidos políticos (prácticamente devorándolos) y, con ello, ha contribuido al deterioro de nuestra vida democrática y de nuestra paz y armonía social, pues nada bueno se obtiene de la corrupción política. Por eso es clave que los panistas legítimos se unan para imponerse a quienes pretenden hacer de su partido un mero títere del priismo local, insultando con esto a toda la sociedad que les dio su confianza en las pasadas elecciones, una sociedad que, ya de por sí, no vive ni feliz ni mucho menos segura, como se lo prometieron.