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LA PANGA

MAYAHUEL HURTADO | Opinión | 18/11/2016

LA CAPACITACIÓN EN LA FUNCIÓN PÚBLICA

Les voy a platicar una historia de una dependencia en el vecino estado de Jalisco que realizaba miles de trámites todos los días y una copia de esa dependencia se encontraba en otro municipio, casi en porcentaje igual de atención de casos. La primera dependencia estaba ubicada en la ciudad de Zapopan, uno de los municipios más ricos de Jalisco y en ese entonces estaba muy de moda el tema de la innovación y de la calidad y el alcalde dispuso que todos sus funcionarios de todos los niveles fueran capacitados para desempeñar sus funciones con calidad y calidez, pero sobre todo, con mucho respeto hacia el ciudadano.

Se realizaban eva luaciones constantemente y se hacían cambios para mejorar el servicio, quizá el usuario no encontraría la solución a sus problemas pero al arribar a dicha dependencia multi-trámite se encontraba en el filtro con una señora de aproximadamente cuarenta años que muy amablemente orientaba a los diferentes departamentos a quien acudían a realizar trámites o peticionaban algún servicio.

En los cubículos se trataba de agilizar el trabajo para que las filas fueran menos largas y una persona se encargaba de llevar una bitácora para preguntarle al usuario qué tipo de trámite realizaría y revisarle que trajera toda la documentación para evitarle perder el tiempo. Era necesario dar la mejor atención y si el usuario no encontraba una respuesta favorable se le daban opciones o simplemente con el trato que recibió se iba convencido de que los funcionarios que ahí trabajaban harían su mejor esfuerzo por ayudarle.

En la dependencia de Guadalajara, todo era diferente, en el filtro se encontraba una persona con una televisión pequeña, sintonizando un programa matutino de entretenimiento, sin el mínimo respeto dejaba al ciudadano parado por espacio de cuatro, quizás cinco minutos y sin escucharlo lo mandaba a la planta alta o a cualquier oficina, total lo importante era despejar el área de información.

El usuario llegaba a la planta alta y se conducía a la última oficina de un largo pasillo, al llegar ahí le decía que su trámite era en el sótano. Presurosamente bajaba unos 80 escalones para llegar al sótano y después de esperar quince minutos para ser atendido, la persona responsable de la oficina quien por cierto estaba leyendo una revista de farándula, le indicaba que su trámite debía de realizarlo en la planta baja, justo al lado del módulo de atención. Para cuando el ciudadano llegaba ya estaba furioso, harto, agitado, cansado de ser ignorado y como una práctica común del burocratismo, es cuidar muy bien los tiempos y le tocó la mala jugada de que el reloj marcaba las tres de la tarde. La persona le dijo que regresara mañana, que ya habían cerrado- Al día siguiente, comenzó el viacrucis y después de esperar cerca de media hora para ser atendido, la funcionaria salió a desayunar y se fue otra media hora más. Después al estar revisando su caso tomó un papelito reciclado y le anotó los documentos que le hacían falta para poder realizar el trámite y le dijo que mañana era viernes, que era poco probable que la encontrara en su cubículo, que tendrían una junta de trabajo que se postergaría.

Cansado, el ciudadano decidió burlar la ley y no pagar puntualmente sus impuestos, sus contribuciones. Total, a nadie le importa hacer su trabajo, a nadie le importa mi tiempo.

Esta reflexión amable lector, en este siglo XXI era de la digitalización, del conocimiento de los derechos humanos, y del manejo de la información vía internet, ha generado un prototipo de ciudadano diferente, aquél que conoce sus derechos y también sabe cuáles son sus obligaciones. Pero cuál tipo de funcionario y cuál tipo de ciudadano decidimos ser? Ahí está en parte una de las tantas respuestas que ahorita tienen al estado de Colima sumergido en una profunda crisis financiera. Dejemos el conformismo en ambas partes, tomemos con seriedad nuestro papel en la historia, y seamos, por qué no? El primer modelo del que le hablaba al iniciar esta columna, el funcionario y burócrata capacitado para dar una excelente atención.

Hemos perdido a lo largo de dos décadas, tres quizás, una carga muy importante de valores, el respeto, la honestidad, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y van a seguirse perdiendo más si no nos detenemos a analizar qué es lo que queremos para Colima. Nuestra entidad tienen todo para resurgir del sótano en el que se encuentra, seamos parte de las soluciones que nos regresen a ver la luz.

LOS REMOS DE LA PANGA
REMAZO: Vaya que se han ensañado con ciertos personajes de la política y funcionarios de alto nivel. Pero sus críticas resultan convenencieras porque estas últimas semanas he visto que han fusilado a varios pero el nombre de Martín Flores Castañeda no ha aparecido por ningún lado y vaya que tienen tela de donde cortar

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