LECTURAS

NOE GUERRA PIMENTEL | Opinión | 05/06/2016

AUTONOMÍA

“La autonomía es una condición vital
para que la Universidad (de Colima) sea lo que es:
un espacio donde reside y se genera la crítica y que, como tal,
requiere de la libertad como las personas necesitamos el aire para existir”.

Eduardo Hernández Nava. Miembro del SMC.

Como vital receptáculo del entramado social y todo lo que entraña un contexto como el nuestro, la Universidad de Colima no podía ser ajena, como de hecho no lo es, a los conspicuos y, menos, a los aviesos intereses que de suyo pretenden desestabilizar la condición hegemónica que con sus inherentes y hasta naturales crisis de coyuntura desde hace tres décadas la han caracterizado, en esta ocasión, en la víspera del término del periodo rectoral 2013-2017 (como el actual rector Eduardo Hernández Nava, lo vivió hace tres años), no tenía por qué ser diferente, aunque como vemos sí se está siendo en la forma, desde fuera y por intereses y entelequias ajenas a la Casa de Estudios colimense.

Hoy nuevamente los heraldos negros de la oposición a ultranza anuncian tiempos complicados, difíciles en el ámbito sucesorio, soltando misiles que de suyo buscan hacer daño, erosionar a la institución y con ello al consistente entramado que gracias a su calidad académica, prestigio de sus egresados, estabilidad laboral, gobierno interno e impecable labor académica, hace de la nuestra Universidad a una de las entidades más solidas, solventes e influyentes en el Estado, con importante y positivo protagonismo a nivel nacional. Con eso a favor y que resulta incuestionable, otra vez y por enésima ocasión entes foráneos a la integridad universitaria de manera gradual han buscado meterse, allanar sus espacios, influir en sus decisiones, alterar y socavar lo que con esfuerzo ladrillo a ladrillo, decisión tras decisión y paso a paso hemos construido la mayoría de las y los colimenses.

Esta vez con evidentes alianzas los adversarios políticos del rector golpean a la máxima casa de estudios buscando dañarlo a él, sin importarles el perjuicio colateral que pueden generarle a la Institución. Primero se abrieron contra sus órganos adherentes cuestionándolos solo apoyados en la sin razón; luego contra los pilares fundacionales como su naturaleza pública, carácter popular, laicidad, autonomía, libertad de cátedra y de investigación, así como el libre examen y la discusión de ideas; después intentaron lesionar su régimen normativo interno y su financiamiento, para últimamente tratar de vulnerar su soporte legal y en mucho la gran columna vertebral de los logros que han posicionado a nuestra máxima casa de estudios universitaria, su Ley orgánica. Sobra decir que hasta el momento han sido acometidas frustradas, estrelladas en la muralla de la unidad universitaria, tal y como seguramente continuará sucediendo.

Sin embargo y como se deduce las intentonas continuarán, por eso hoy más que nunca es impostergable fortalecer la unidad interna y cerrar filas en torno al legal liderazgo universitario atrancando la puerta a quienes buscan el poder por el poder, sin una propuesta sostenible, sin una alternativa viable que garantice el crecimiento y desarrollo de la manera consistente en que hasta hoy y desde hace más de cuatro décadas, se ha logrado y que por más de medio siglo ha mantenido la Universidad de Colima gracias a su autonomía, una condición que de origen, como la de sus pares, establecieron los propios universitarios y que deberá continuar así, porque es y debe ser su naturaleza y porque es a ellos, a los universitarios, a quienes cualquier cambio afectaría y porque son ellos los que de primera mano saben qué es lo que funciona y lo qué no, tal y como en su momento lo ponderó el constituyente local de 1962 y cada uno en su momento lo ratificaron Francisco Velasco Curiel y Griselda Álvarez Ponce de León.

No obstante su defensa debemos asumirla todos porque la Universidad es de todos, porque nos implica a todos, desde estudiantes y catedráticos hasta investigadores, académicos y resto de la comunidad universitaria, pero más aún a nosotros, a los ciudadanos, a la población, a la sociedad civil, a las y los colimenses y hacerlo desde una perspectiva particular con visión general en el entendido de que si le va mal a nuestra Universidad, por su correspondencia le irá mal a Colima y que si le va mal a Colima estaremos vetando el desarrollo que debemos a los nuestros, a las generaciones por venir y al mejor futuro de Colima.