ENTRE LÍNEAS

CARLOS ÁVALOS GARCÍA | Opinión | 20/10/2015

LA VIDA DE MARY, UNA HISTORIA REAL DE VIOLENCIA DE GÉNERO

Era el jueves por la mañana, Mary llamaba a sus tíos avisando que llegaría a su casa pero que no traía dinero; que le faltaban 150 pesos para pagar el taxi. Le dijeron que no había problema, conocían la situación en la que estaba inmersa y se dispusieron a ayudarla, Mary era víctima de Violencia de Género.

Apenas bien había entrado a la casa, el teléfono le comenzó a sonar, era su marido. Le reclamaba airadamente su salida de la casa, pidiéndole le dijera donde estaba con palabras altisonantes; rompió en llanto y colgó. Quitó el chip del teléfono, no quería hablar más con él. Se dispuso instalarse y darse una ducha, pues más tarde asistiría a una conferencia que daría su tío.

Pasó la tarde tranquila, llegó a la conferencia dispuesta a participar en las dinámicas, una de ellas le llegó al alma, y fue en el momento de diálogo con los concurrentes, cuando se puso de pie para dar testimonio: Apenas un día antes, había tomado barbitúricos para quitarse la vida, afortunadamente no hicieron efecto.

Llegó el viernes, todos nos fuimos al trabajo cotidiano, cuando nos enteramos que había llegado el Marido a la casa. La indiscreción de su hija, una menor de edad; hizo que el susodicho diera con su paradero. Se la llevó por horas, la incertidumbre en la familia no se hizo esperar, y comenzaron a buscarla, finalmente volvió a casa, ya era tarde, no quiso regresar con él. Sábado, todo tranquilo, convivía en un ambiente familiar, considerada, participaba en los quehaceres de la casa, sonreía, su rostro se veía diferente a como había llegado. De pronto el teléfono timbró, habían localizado el número de la familia con la que estaba. No quiso contestar, ella misma fue quien apagó el celular. La familia acudió a una fiesta, se divirtieron, bailaron, cantaron, comieron, bebieron, rieron con chistes a carcajadas, parecía que las cosas iban a cambiar en su vida, todos se fueron finalmente a descansar.
Pero el domingo ocurrió lo inesperado. Cuando su tío se disponía a salir de la casa a recoger de su camioneta un libro; intempestivamente el sujeto se le echó encima sin mediar palabra alguna, los estaba acechando afuera de su domicilio. El tío optó por defenderse logrando someterlo no sin antes propinarle una paliza. Llegó la policía, se los llevó a ambos por riña, turnándolos al MP, de donde salieron posteriormente tras otorgarse el perdón mutuo, conveniencias; caso contrario irían directo al CERESO.

La sorpresa fue al salir de los separos. Las circunstancias de pronto cambiaron. Ella, corrió a los brazos de su pareja, y se fue con él de regreso a su casa. Todo lo sucedido y lo poco ganado había quedado tirado por la borda, no había valido la pena el esfuerzo.
Esta es una historia real de un caso de codependencia, provocada por la violencia intrafamiliar, que tuvo su origen primordial en la violencia de género. Ante una circunstancia como esta, poco pueden hacer las autoridades que han impuesto más de 15 modificaciones a la ley federal de protección a la mujer, pues de no preceder una denuncia oportuna, no habrá seguimiento, no habrá castigo y este tipo de violencia seguirá permanente en la sociedad.

Es necesario que las mujeres que son víctimas actúen, que se preparen para enfrentar el proceso que viene, más aún, cuando tienen tiempo lidiando con el problema y no reconociendo que todo lo que han vivido, ha sido lo que han permitido.

Por lo tanto, es necesario buscar no solo ayuda legal, sino también psicológica, el respaldo familiar, pero en el entendido que las determinaciones que se tomen deberán ser definitivas, no dar pasos atrás. El amor no debe doler, el amor debe ser felicidad.

Si te encuentras en un caso similar al de Mary, acude a las oficinas del Instituto Colimense de la Mujer, seguramente ahí podrán ofrecerte asistencia y orientación para que comiences a afrontar el grave problema en que te encuentras inmersa. El daño psicológico no es solo para ti, sino también para tus hijos; los golpes, amenazas y restricciones económicas que recibes, también sin que se los den a ellos, o peor aún, dándoselos también; los afectan permanentemente.

La reestructuración del tejido social comienza en nuestro hogar. Si pretendemos que nuestra sociedad cambie en torno a la violencia, debemos comenzar por poner un alto a las situaciones que predominan en nuestro hogar, recurriendo a las demandas pertinentes ante las instancias respectivas e insistir para que se llegue a una resolución.

La recuperación es lenta y difícil, se dice en términos psicológicos que el duelo dura al menos dos años, lo cual es un factor a considerar, con el tiempo se borran las huellas y se curan las cicatrices, pero debes decidirte a dar el paso definitivo, de no hacerlo, nadie puede hacer nada por ti.