CONCIERTO POLÍTICO

BIBIANO MORENO MONTES DE OCA | Opinión | 28/10/2014

EL EFECTO PIGMALION. Fue como un certero golpe en el hocico a cada uno de los que integran la banda de La jaula de las locas: el presidente del CDE del PRI, César Camacho Quiroz, advirtió que el tema del dedazo presidencial ya resulta anacrónico a estas alturas y que, por tanto, serán los priístas colimenses los que decidirán a su candidato a la gubernatura del estado.

Más claro, ni el agua. Pero desde su poltrona en La jaula de las locas, apenas la víspera de la visita de César Camacho a Colima el sábado anterior, la madame ya había sentenciado que el control de la sucesión gubernamental quedaba a cargo del CEN del PRI con el acto partidista del sábado anterior en la unidad deportiva Morelos, lo que significaba una sola cosa: que el dirigente nacional del partido en el gobierno avalaría el anhelado dedazo.

Los paleros y paniaguados del yuppie subsecretario de la SCT, José Ignacio Nachito Peralta Sánchez, echaban las campanas al vuelo porque suponían que el presidente del CEN del PRI vendría a validar lo que a gritos han estado pidiendo desde hace tiempo, convencidos de que las encuestas no le son favorables a su gallito: el dedazo presidencial que encumbre al que sólo de esa manera podría convertirse en candidato.

A este respecto, es bueno hacer notar lo que significa eso que se conoce como el efecto Pigmalión. El escritor español Bruno Nievas, autor de la novela Holocausto Manhattan –en otra ocasión la reseñaré—, explica lo siguiente:

“(Pigmalión) Era un rey de Chipre que, cansado de no encontrar una mujer adecuada para él, esculpió una bellísima, de la que se enamoró. Deseó que cobrara vida con tanta fuerza que al final una noche soñó que al tocar la estatua notaba que el mármol, antes frío y duro, se había vuelto blando y caliente, porque su creación había cobrado vida. Al despertar supo que sólo era un sueño y sufrió, pero se encontró delante a la diosa Afrodita que, conmovida por esos sentimientos tan profundos, le concedió su deseo. Así que finalmente su sueño fue profético. El ´efecto Pigmalión´ hace alusión a que el hecho de conocer una profecía hace más fácil que ésta se cumpla”.

Dos cosas al respecto: en primer lugar, por mucho que sueñen con esa profecía que, además, es infundada, los paleros y paniaguados del pirruris de Nachito Peralta no podrán verla cristalizada jamás; en segundo, no existe el Pigmalión que logre conmover a la Afrodita (¿Peña Nieto, César Camacho?) que les pueda cumplir su caro deseo. Y, ultimadamente, ya están grandecitos como para creerse los cuentos mitológicos.

Cuando César Camacho daba su discurso ante miles de priístas en el auditorio de la unidad deportiva Morelos, en la barbilla del capo de tutti capi Fernando El nene Moreno Peña, sensei del yuppie de Nachito Peralta, comenzó a manifestarse un terremoto de casi los 9 grados en la escala de Richter, señal inequívoca de que estaba contrariado, pues el enanín esperaba cualquier otra cosa, menos que su patrón rechazara el dedazo con tanta vehemencia.

Más tarde, en la comida en una hacienda a la que fueron invitados la mayoría de los diez enlistados precandidatos del PRI a la gubernatura del estado, así como algunos más que aspiran a otros cargos de elección popular en el 2015, César Camacho se expresó en términos elogiosos del gobernador del estado, Mario Anguiano Moreno, presente en la reunión. Eso no es extraño: ya lo había hecho públicamente algunas horas atrás. Lo que sí llamó la atención fue haber aceptado, en corto, la importancia que MAM tendrá en la selección del candidato.

En términos prácticos, el gobernador del estado en ningún momento ha sido dejado al margen de la sucesión gubernamental por parte del CEN del PRI, como lo desean las plañideras de La jaula de las locas –incluido el payasito callejero de Nico Contreras Cortés—; pero la palabra de César Camacho también ha quedado empeñada con los colimenses. Nada de que al rato les salga con una jugarreta que no estaba platicada.

El país ya está bastante caliente como para que, encima, en nuestro estado se quiera tomar la peor decisión posible, cuando no hay más gallo en el PRI que el profesor Federico Rangel Lozano, presidente municipal de Colima.