CULTURALIA

NOE GUERRA PIMENTEL | Opinión | 05/09/2014

MENTIRAS DEL BRONCE

Hidalgo ¿Iniciador de la Independencia? Hidalgo no fue el iniciador del movimiento de Independencia, no, claro que no. En primera, su participación fue circunstancial, el original líder y artífice del probable complot era Ignacio Allende y, en segunda, éste no fue más que el levantamiento sucesor de otras asonadas, la mayoría frustradas gracias a la cómplice violación del “secreto de confesión”, además que el pronunciamiento de Hidalgo, en todo caso, fue, como se puede apreciar, contra la invasión napoleónica y de apoyo a los reyes de España. Los hechos y las versiones de las proclamas atribuidas al Cura así lo consignan:

Manuel Abad y Queipo (1810): "¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!"

Diego de Bringas (1810): "¡Viva la América!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la religión y mueran los gachupines!"

Anónimo (1810) recopilado por Ernesto Lemoine Villicaña: "Viva la religión católica! ¡viva Fernando VII!, ¡viva la patria y reine por siempre en este continente americano nuestra sagrada patrona la santísima Virgen de Guadalupe!, ¡muera el mal gobierno!"

Juan Aldama (1811): "¡Viva Fernando VII!, ¡viva América!, ¡viva la religión y muera el mal gobierno!"

Servando Teresa de Mier (1813): "¡Viva Fernando VII y la Virgen de Guadalupe!"

Lucas Alamán (1840): "¡Viva la religión!, ¡viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII!, ¡viva la América y muera el mal gobierno!" A lo que el pueblo respondió: "¡Viva la Virgen de Guadalupe y mueran los gachupines!"Viva la religión! ¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe! ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la América! ¡Muera el mal Gobierno!

El día del Grito ¿15 O 16? La primera vez que se conmemoró el 16 de septiembre fue en un edificio conocido como El Chapitel, en Huichapan, Hidalgo, el 16 de septiembre de 1812, por Ignacio López Rayón y Aguado. Años más tarde José María Morelos, en uno de los 23 puntos que conforman los Sentimientos de la Nación, propuso al Congreso de Chilpancingo que “se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el aniversario; recordando siempre el mérito del señor Dn. Miguel Hidalgo y su compañero Don Ignacio Allende". Finalmente, se declaró el 16 de septiembre como día de fiesta nacional en la llamada Constitución de Apatzingán; medida ratificada por los constituyentes de 1822 y de 1824.

Fue en 1825 la primera ocasión en la que el 16 de septiembre tomó forma de conmemoración nacional. Las autoridades de la Ciudad de México publicaron un bando en el que se pidió iluminar las casas, ventanas y balcones con cortinas, flámulas y gallardetes. El presidente de la República, Guadalupe Victoria, recibió felicitaciones de diplomáticos eclesiásticos y civiles. Después se efectuó un desfile que llegó a Palacio Nacional. Por la noche hubo fuegos artificiales.

Los primeros gritos tenían carácter cívico y religioso, ya que participaban tanto las autoridades políticas como las eclesiásticas. Luis González Obregón señala que "los días 17 (de septiembre) era costumbre celebrar en la Basílica una misa de gracias por los muertos. La fiesta del 16 tomó carácter laico hasta 1857”. La celebración se suspendió en 1847, durante la invasión estadounidense a México, aunque en poblaciones lejanas el Grito sí fue conmemorado. Durante la Segunda Intervención Francesa a México, Maximiliano de Habsburgo oficializó la celebración. En 1864 se trasladó a Dolores, para dar allá por primera vez el Grito, lo que hizo desde una de las ventanas de la casa que allá habitó el Cura Hidalgo.

Aunque existe la versión de que Porfirio Díaz adelantó el grito para que coincidiera con su onomástico, él había nacido el 15 de septiembre de 1830, la primera vez que se conmemoró el 15 fue en 1846, con serenata frente al Palacio Nacional y velada en la Universidad. Según el Primer calendario liberal, arreglado al meridiano político de la Federación para 1852, las ceremonias del día 15 siguieron celebrándose, pues ese año hubo repiques, función de teatro y salvas. Juárez, en plena huida durante la invasión francesa, dio un emotivo grito la noche del 15 de septiembre en la hacienda de San Juan de la Noria Pedriceña, en Durango.