ATRAPADOS POR SU PASADO. Algunos actores se beneficiaron en ese tiempo, pero hoy son implacables críticos de lo mismo que no vieron en su momento, lo más seguro que por haber desviado la mirada hacia otro lado. No obstante, hay quienes le apuestan al Alzheimer selectivo, es decir, existen episodios que ellos quisieran que los demás no los registraran más en su memoria, obviamente por así convenir a sus intereses.
Así, a Leonardo Rey de copas Gutiérrez Chávez, destituido líder sindical de la Universidad de Colima, le molesta que la gente recuerde que su movimiento huelguístico es de coraje por no haber resultado electo rector de la casa de estudios. De ahí, pues, su rechazo en 2012 al ofrecimiento de una diputación federal, por parte del PRD, pues su vista ya estaba fija en ocho jugosos años al frente de la UC, no en tres –inciertos— con una curul en San Lázaro.
La bandera que enarbola, la del FOSAP, perdió legitimidad desde el momento en que instancias más prestigiadas que su simple dicho de ex dirigente del SUTUC han dado a conocer que no hay irregularidades en ese tema, salvo las que existen en la cabeza de Gutiérrez Chávez. En cambio, de manera más que obcecada el kafkianoartista del ayuno se ha negado a clarificar los millonarios manejos de las cuotas sindicales por espacio de una década, incluidos inmuebles propiedad del sindicato.
Por lo demás, la decisión de montar su numerito en el Jardín Libertad de esta capital es personal: nadie lo obligó a realizar un acto de autoflagelación en la que él es el único que -a la larga- resultará afectado con males irreversibles, si es que en verdad lleva a cabo una huelga de hambre en regla, dado que se ha especulado que podría estar consumiendo bebidas que le permitirían aguantarse las ganas de ingerir alimentos durante muchos días. O sea: nuestro héroe estaría incurriendo en una farsa con su movimiento.
Pero es obvio que Leo Gutiérrez no es el único actor que le apuesta a la amnesia colectiva de los colimenses. Al lado del defenestrado dirigente sindical de la UC hay personajes que han medrado desde el rectorado de Humberto Silva Ochoa, continuaron con Fernando Moreno Peña y se siguieron de frente con Carlos Salazar Silva, Miguel Ángel Aguayo López, hasta llegar con el actual, Eduardo Hernández Nava.
Aquí van tres ejemplos:
1. Durante el periodo rectoral de Silva Ochoa, jefe nato del Grupo Universidad, nadie chistaba por los excesos de sus integrantes (Humberto, Fernando, Arnoldo Ochoa González y Juan José Farías Flores), como el hecho de haber sido al mismo tiempo rector y diputado federal en el periodo 1982-1985. El cinismo de HSO fue más evidente cuando, aliado en ese tiempo con Leo Gutiérrez, atacó alegremente a Aguayo López por intentar hacer lo mismo: ser al mismo tiempo rector de la UC y diputado federal. La presión fue tal que, por espacio de casi un año, hubo un rector interino en la persona de Ramón Cedillo Nakay.
En su momento, sin embargo, ni siquiera dijo pío Juan Mesina Alatorre, a la sazón dirigente del SUTUC. Claro, no iba a ponerse muy sabroso con su jefazo el que se conoció como el líder negro del sindicato blanco. Sus herederos, por cierto, siguieron con la tradición de permanecer con la boca bien cerrada mientras se vieron beneficiados por pertenecer a la Familia Real.
2. La imposición de Silva Ochoa favoreció a Moreno Peña, pese a que ello provocó un cisma en el otrora poderoso Grupo Universidad. Así, tras la llegada del porro FMP al poder rectoral, comenzaron las purgas estalinistas con personajes representativos de la UC de esa época. Los nuevos y viejos favorecidos no levantaron la voz ni por equivocación. Menos dijeron algo cuando Moreno Peña, literalmente en familia, nombró a su sucesor en la persona de Salazar Silva.
3. Con Salazar Silva no hubo mayores contratiempos a la hora de nombrar a Aguayo López al frente de la UC. El único que sí fue echado a bastonazos en las costillas fue Gustavo Ceballos Llerenas, a la sazón dirigente sindical, por querer pasarse de listo. Pese a todo, nadie puso objeciones; en especial, porque el que venía empujando fuerte desde atrás era Leo Gutiérrez, quien se aposentó en la silla diez sabrosos años, con el mismo séquito de parásitos que ya lo veían despachar como rector, pero que ahora se conforman con acompañarlo en su fraudulenta huelga de hambre.
Conclusión: infiltrado por morenazis y perredistas, el movimiento “disidente” del SUTUC hoy se desgañita por cosas mucho menos graves que las que sí ignoró en su momento, en tanto no se vio afectado en el bolsillo. Claro, todo el que no esté de acuerdo con la posición oficial de la que viene a ser la versión local del Santo Niño de Macuspana, será objeto inmediato de linchamiento mediático, en virtud de que la libertad de expresión está muy bien cuando ellos son los que golpean al próji
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