CONCIERTO POLÍTICO

BIBIANO MORENO MONTES DE OCA | Opinión | 06/05/2014

EL RUMOR QUE VINO DEL MAR. Empleo el título de una mala novela policiaca mexicana para un tema muy bueno que le concierne a los colimenses: la forma en que se destituyó de su cargo a Jesús Orozco Alfaro, a la sazón director general de API (Administración Portuaria Integral) de Manzanillo. Esta es la historia:

Una semana antes de ser destituido del cargo, un grupo de oficiales de la Secretaría de Marina se presentó a las oficinas del director general de API en ese momento. El funcionario federal se encontraba en una reunión –de esas que se tienen cientos a diario—, lo que una secretaria comunicó. El grupo decidió esperar a que terminara la reunión que sostenía JOA con otras personas, que bien podrían ser empresarios, políticos, empleados, orejas, gatos, etcétera.

La reunión del director general de API se prolongó como dos horas. Al pasar ese tiempo, el funcionario federal se presentó ante el grupo de oficiales para disculparse por la tardanza. Los representantes de la SEMAR fueron directo al grano: pidieron una posición de la poderosa instancia portuaria para uno de los marinos ahí presentes. El cargo que pedían, por cierto, estaba en manos de un hijo del “guía moral y espiritual” de los estibadores manzanillenses, Chilo Lepe Bautista, conocido como Tony Tijuana.

A este respecto, JOA alegó que no podía cumplir ese pedido que se le hacía a nombre del propio titular de la SEMAR. Ciertamente, había –debe haberlo aún— un acuerdo para que los cargos estuvieran bajo el control de la SCT, instancia a la que pertenecen todas las API del país, por lo que en este caso el aún director general de la dependencia estaba en lo correcto.

Los marinos no se inmutaron. A continuación, procedieron a levantar un acta que en ese momento firmaron todos los involucrados. El grupo agradeció las atenciones de JOA y se marchó muy disciplinadamente. En el ínter, a JOA ya le habían solicitado la jefatura de recursos humanos, a fin de que la nómina ya no estuviera bajo su responsabilidad. No le quedó otra que cederla a la SEMAR, pues se habían encontrado irregularidades en más de medio centenar de plazas un poco “raras”, por decirlo suavemente.

Al personaje que se encontraba en ese cargo ya le habían reducido el sueldo drásticamente: de estar ganando como 30 mil pesos mensuales, se lo dejaron en 8 mil al mes. Al final, se largó bien enfurecido por el trato recibido por JOA, el cual, por lo demás, es el rasgo que mejor lo define: el de siempre traicionar a sus amigos y aliados.

Este personaje, molesto, comunicó su contrariedad a un conocido. Tras la explicación recibida, el amigo lo consoló:

--¡Qué bueno que corriste antes!
--¿Por qué lo dices?
--Porque si siguieras en el cargo ahora que lo corran, a ti también te podrían llamar a cuentas por las irregularidades detectadas.

El amigo ya estaba enterado del despido de JOA de la dirección de la API. Y, en efecto, así fue: una semana después de la escena ocurrida entre oficiales de Marina y el aún poderoso director, de nuevo se presentaron varios representantes de la SEMAR. Esta vez no tuvieron que esperar mucho al funcionario federal, quien recibió la sorpresa de su vida cuando los oficiales ya no llegaron a pedirle alguna plaza para uno de los suyos, sino la suya.

--Por instrucciones de la SEMAR, venimos a notificarle que queda usted suspendido del cargo de director de API en Manzanillo –dijo uno de los oficiales, al tiempo que presentaba al vicealmirante que lo sustituiría de inmediato.

Agarrado en curva y a 250 kilómetros por hora, JOA solicitó permiso para comunicarse con su superior en la SCT. Los marinos no pusieron objeciones.

En oficinas centrales, donde se encuentra el funcionario de la SCT que tiene la relación directa con los directores de las API del país, el titular no le tomó la llamada. No obstante, el asistente que recibió el telefonazo de JOA le comunicó a éste desdeñosamente:

--Cumpla usted con las indicaciones que le den los marinos.

Así, JOA quedó fuera de la dirección que apenas disfrutó pasadito el medio año. La SEMAR, en efecto, quedó a cargo de la dirección general, pero el resto del personal sigue bajo la responsabilidad de civiles. Unas pocas API, como la de Manzanillo y la de Lázaro Cárdenas, Michoacán, son ahora vigiladas por elementos de la Marina, pero de ninguna manera se han militarizado; no, al menos, como se podría suponer por la intromisión cada vez más grande de los narcos en la exportación de hierro hacia China.

A JOA no lo detuvieron en ningún momento, como se llegó a especular. Al que sí tienen bien cogido de los déstos, en cambio, es a Alejandro Meillón Galindo, la mano derecha del ex senador chiquito, a fin de que cuadre los movimientos que se hicieron durante los siete meses de orozquismo en