CONTRACORRIENTE

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 01/12/2013

¿Y LOS CHALECOS ANTIBALAS?

Que rápido se les pasó a los directivos de Tránsito y Vialidad del ayuntamiento de Colima la fiebre por traer a sus agentes protegidos con los chalecos antibalas, pues se pueden ver en toda la ciudad que los tránsito andan como si nada hubiera pasado y de sus chalecos ya ni se acuerdan.

Recuerdo cuando ocurrió el ataque a agentes viales que circulaban por la calle Francisco Solórzano, entre la colonia Torres Quintero y La Albarrada, el pasado 15 de junio de 2012, en donde dos camionetas le cerraron el paso a la patrulla y abrieron fuego contra los tripulantes, dejando heridos a sus dos ocupantes.

En aquel tiempo se adquirieron chalecos antibalas para los agentes viales y el mismo director de Tránsito y Vialidad, José Ramón Valdovinos Anguiano, declaró a los medios de comunicación que el agente que no portara el chaleco sería sancionado.

Pero ahora a poco más de un año de ocurridos los hechos ya podemos ver a los tránsitos por la calle sin su chaleco de protección.

¿Será que ya se les pasó el susto a los directivos? ¿Será que ya no se preocupan por su personal? O porque se bajó la guardia y dejan aun más desprotegidos a los tránsitos.

DE REFILÓN
Es triste ver como algunos motociclistas viajan en su unidad acompañados de su esposa y hasta tres niños y además sin casco protector, sin medir el peligro de un posible accidente y lo peor de la situación es que circulan a altas velocidades zigzagueando entre los autos poniendo en peligro su propia vida y la de sus acompañantes.

Situaciones como estas se viven por todas las calles de Colima, pero el colmo es que pasan por donde hay agentes de tránsito, circulan junto a patrullas de vialidad y nadie les dice nada.

Los motociclistas podrán argumentar que es una forma de transporte y se ahorran lo del pasaje del camión o lo del taxi, pero ¿acaso la vida de un ser querido no vale mas que los seis pesos o los 30 ó 35 pesos que pueda cobrar el taxi?

Lo bueno es que en Colima no ha ocurrido ningún accidente con fatales consecuencias en donde se vea involucrado un motociclista que lleve a menores de edad, esperemos que no apliquen el absurdo refrán de “después de ahogado el niño a tapar el pozo”, cuando sería conveniente aplicar: “Vale más prevenir que lamentar”.