Muchos dicen que se encuentran preparados para cuando la muerte llegue por uno de sus seres queridos, pero desde mi punto de vista creo que nadie estamos lo suficientemente preparado para afrontar la pérdida de alguien querido.
La muerte de un ser querido siempre es difícil, aunque haya estado en cama durante un tiempo razonable y la familia diga que está preparada a la pérdida, pero la verdad es que nunca se prepara para enfrentar a la muerte, nunca se resigna uno y siempre nos toma por sorpresa.
El pasado lunes me tocó sufrir la pérdida de mi señora madre, doña Matilde para quienes la conocieron, una mujer fuerte, trabajadora, inteligente y madre de familia excepcional.
La conocí desde antes de nacer, desde antes de nacer me quiso y la quise, ella era una mujer trabajadora y aunque éramos pobres, ella siempre fue muy limpia y así nos enseñó.
Doña Matilde, mi madre, dejó este mundo, se la llevó Dios el pasado lunes a las 3:30 de la tarde a la edad de 88 años, una pérdida que duele mucho.
De los primeros recuerdos que tengo de ella es de cuando me sentaba en sus piernas y me daba el biberón, de esto hace ya bastantes años, también recuerdo cuando para ayudar a mi padre a completar el gasto para los 9 hijos, vendía tortillas, empezaba desde temprano y en su comal calentado con leña empezaba el trabajo diario, tortilla tras tortilla desfilaban por el comal y después al canasto en donde no duraban mucho porque los clientes llegaban a comprarlas o nos mandaba a sus hijos para entregar los pedidos.
Durante muchos años estuvo torteando y utilizando leña para hacer las tortillas lo que, después de muchos años, fuera una de las causas por las que se fue de este mundo pues los pulmones estaban muy dañados por el humo.
Doña Matilde, como yo le decía, fue una mujer estricta, que nos educó de la mejor manera y cuando hacíamos algo mal nos reprendía y nos hacía entender el porque de las cosas.
Vivió 88 años y fue muy apegada a la iglesia católica, iba al menos una vez por semana a misa y nos inculcó la doctrina católica.
Le dije adiós a mi madre como era mi costumbre, cada que la visitaba le daba un beso en la mejilla como despedida y ella me lo regresaba, el día en que murió la despedí con un beso y, a pesar de que ella ya estaba con Dios, sentí el beso que ella me dio.
Por medio de estas líneas quiero agradecer a todos mis compañeros que me acompañaron a mi y a mi familia en esta pérdida; nombrarlos a todos sería muy extenso, además que no quiero excluir a ninguno de los que estuvieron conmigo en estos difíciles momentos ya sea personalmente, por medio de mensajes de texto, llamadas o por las redes sociales.
También a diversos funcionarios y dirigentes sindicales, iniciando por el gobernador del Estado, Mario Anguiano Moreno; el alcalde de Colima, Federico Rangel Lozano; el Secretario de Educación, Guillermo Rangel Lozano; el comité Seccional del SNTE 39 y su dirigente Adrián Orozco Neri; del Secretario General del SNTE 6, Jesús Villanueva Gutiérrez; del dirigente del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Colima, Arturo León Alam; del líder del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado, Víctor Vázquez Cerda; del presidente municipal de Villa de Álvarez, Enrique Rojas Orozco y del Secretario de la comuna villalvarense, Alfredo Chávez.
Pido comprensión si me falta mencionar a alguien pero en esos momentos es difícil recordar quienes estuvieron acompañándome no solo a mi si no a toda la familia.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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