SIN MAS…

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 28/04/2013

No se quien sea, no se como se llama, de donde viene ni a donde va, pero puedo ver que su rostro esconde una pena, una tristeza y un dolor que, hasta donde se, a nadie se lo cuenta.

Es delgado, pelo y barba largo, sin peinar ni mucho menos afeitar, siempre callado, nunca se dirige a nadie y siempre va con la mirada clavada en el suelo, pero es educado, pues cuando pasa en medio de personas que están platicando en las calles siempre lo he escuchado que dice “con permiso” y sigue su camino sin detenerse ni voltear a atrás.

Tiene ya varios meses pasando por las calles por donde transito, por donde camino y constantemente me lo he encontrado, ya sea de frente o lo veo de lejos con su andar cansado, cargando siempre ese costal en donde lleva sus pertenencias.

He observado que siempre que pasa la gente lo mira con desprecio, con lástima y muchas de las personas se cubre la nariz.

Es verdad que no huele bien pero es por su misma situación, no tiene una casa, un hogar en donde vivir y, talvez, ni una familia que lo espera ni que se preocupe por él.

Su edad tal vez no sea muy avanzada, puede tener 60 años y su pasado creo nadie o muy pocas personas lo saben.

Hay quienes lo llaman pordiosero, mendigo y hasta vagabundo, pero antes que eso es una persona, un ser humano como cualquiera y tiene los mismos derechos.

Nunca lo he visto pedir dinero en las calles pero siempre llega a la tienda de la esquina a comprar un refresco de cola y un pan, ya sea dulce o bolillo, ¿el dinero de donde lo saca? eso no lo sé, pero si le he visto que junta cartón y latas de aluminio en las calles.

Luego de, sin querer, haberlo observado por varios días comencé a pensar que fue lo que hizo mal esta persona, porque no tendrá casa, una familia, que fue lo que le afectó tanto como para andar así, de un lado a otro, con sus pertenencias en un costal.

También me percaté que personas como ésta sufren de mucha discriminación, por muchos lugares por donde pasan son insultados, los corren de las banquetas aun cuando están en las calles y hasta llegan a amenazarlos, pero como nadie los conoce no son apoyados ni defendidos, además como ellos no conocen sus derechos pues no pueden defenderse.

En una ocasión quise platicar con él, entablar una conversación pero parece que es temeroso de los demás y prefirió escurrirse entre la gente sin responder a mis preguntas.

¿Cuantas personas sentirán el temor de, en el futuro, ser como él? creo que a nadie le agrada la idea de perder a su familia, de no tener quien lo espere y no tener una casa en donde vivir, imagino que a nadie le agrada la idea de andar recorriendo las calles con sus únicas pertenencias al hombro y dormir en donde caiga la noche, sin un lugar para protegerse de la lluvia, del sereno de la noche y de los maleantes que rondan por la ciudad.