PERGAMINO BALOMPÉDICO

ALEX CARBAJAL BERBER | Opinión | 07/12/2012

Messi ante la leyenda de Muller

La lesión de Lionel Messi ante el Benfica en Liga de Campeones de Europa disparó las alarmas en Cataluña. El argentino está a punto de lograr una gesta memorable: empatar o romper el récord de más goles en un año natural -365 días, no una temporada futbolística-, que pertenece desde 1972 al artillero alemán Gerd Muller con 85 anotaciones.

Hace unas semanas, revisaba los videos oficiales de las Copas del Mundo, en especial las ediciones de 1970 y 1974. En estas dos citas mundialistas, el bombardero teutón firmó 14 goles, y aunque a lo largo de su carrera se cuentan más de 650 anotaciones oficiales, la muestra representativa en Mundiales son el mejor ejemplo de las cualidades futbolísticas de un alemán atípico, de “tan solo” 1 metro 76 centímetros de estatura, pero con un cuerpo de toro y un olfato de gol implacable, infalible y sumamente oportuno.

La final de Alemania `74 es la mejor manera de explicar su importancia para la historia del juego. La Naranja Mecánica de Michels y Cruyff puso el futbol, pero los alemanes, gracias a una definición inexplicable de Muller, pusieron el gol de la victoria.

Ahora, Lionel Messi tiene cuatro partidos más para intentar superar un récord que lleva en la agenda 40 años. Si bien son estilos distintos, tanto el del Barcelona y Argentina, como el del Bayern y Alemania que le dieron tal distinción al “Torpedo” alemán, la ocasión que nos presenta Messi ha sido la mejor forma de rendir un homenaje a uno de los mejores centros delanteros de la historia.

Messi, pese a que quizá no juegue este fin de semana ante el Real Betis, tiene amplias posibilidades de empatar o romper el record de Muller. Pero la relevancia de lo presente no debe hacernos olvidar el pasado, donde destaca un teutón que marcó la historia del juego en la era del modernismo balompédico naciente. Bien dicen de él, era un futbolista que solo hacía goles. Y punto.

Calero se une al club

No hay que canonizar a futbolistas mediocres simplemente por el hecho de morir jóvenes. No es el caso de Miguel Calero, a quien la muerte sorprendió a los 41 años, por un mal de salud que también había generado su retiro. Sus títulos, su importancia y condición de ídolo en una franquicia como Pachuca son razones válidas para colocarlo al nivel de los mejores, los otros Migueles, Marín y Zelada. Además, el cóndor también poseía cualidades que no se ven en cualquier portero. Por todo eso, supo colocarse en un lugar histórico de nuestro balompié, que ahora lo recordará como uno de los mejores extranjeros que han venido a México en la última década.