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LA JIRIBILLA

EDWIN MARTÍNEZ | Opinión | 05/09/2012

DOPING, DOPING, DOPING…

Pareciera que el pan nuestro de cada día, para los que somos aficionados a los deportes, es enterarnos de quién dio positivo en algún examen antidoping y para muestra basta un botón: en la justa olímpica recién concluida en Londres, se dieron un sinfín de casos de doping, incluso retirando medallas, como ya alguna vez sucedió, o que decir los casos de los peloteros de beisbol, incluso los futbolistas mexicanos acusados de usar clembuterol.

Pero comencemos hablando de lo que hace días cimbró al deporte mundial dándole un golpe en las entrañas de lo que organismos a nivel internacional defienden a capa y espada: el fair play.

Lance Amstrong, el mutlicampeón del ciclismo a nivel mundial, por fin cedió ante tanta presión y un eterno juicio que lo acusaban de dopaje en su brillante carrera de más de 20 años en el deporte de las jacas de acero.

El originario de Austin, Texas, tiene casi perdidos los 7 títulos consecutivos del Tour de Francia, según la Agencia Antidopaje de EEUU, por el uso de la sustancia EPO, testosterona y esteroides, del cual se le acusa.

En las recién concluidas olimpiadas de Londres 2012 se detectaron más de 100 casos de dopaje incluso antes del inicio de la justa veraniega y donde el caso más sonado, ya en competencia, fue el de la bielorrusa Nadzeya Ostapchuk que fue despojada del oro en lanzamiento de bala por haber dado positivo con el esteroide metonolona. El cuestionamiento aquí es, ¿cuál es el precio que deportistas con carreras consumadas, tienen que pagar al ser descubiertas, si es el caso, de usar sustancias prohibidas para mejorar su rendimiento?

Y así llegamos al rey de los deportes, el beisbol, que vaya que nos ha resultado todo un estuche de monerías respecto a los casos de dopaje a lo largo de los últimos 10 años. El beisbol, considerado uno de los deportes más populares en EEUU, y donde por supuesto se tiene la mejor liga del mundo, la MLB, (por sus siglas en inglés Major League Baseball) tiene en sus expedientes, graves faltas que ponen en tela de juicio la limpieza del deporte en su esencia natural, pero, ¿por qué en el beisbol se dan más este tipo de situaciones? ¿Hasta dónde un jugador puede arriesgar una larga y reconocida trayectoria por un dopaje?

Casualmente, las etapas finales de las carreras de peloteros y pitchers son las más fructíferas y efectivas, siendo blanco de sospechas por el uso de sustancias prohibidas, tal y como le pasó a Bartolo Colón de 39 años, el caso más reciente de doping en las Mayores, teniendo los mejores números de pitcheo en la actual temporada con el equipo de Oakland y el cual fue suspendido 50 partidos, con lo que prácticamente dice adiós a su carrera deportiva y a él se le unen Guillermo Mota por el uso de clembuterol, Marlon Byrd por tamoxifen, Freddy Galvis por Clostebol y Melkie Cabrera por testorena, todos castigados en esta temporada de la MLB y es que recordemos que el máximo bateador de home run en la historia del rey de los deportes, Barry Bonds con 762, está en juicio por el supuesto uso de sustancias prohibidas, específicamente de esteroides y hasta el día de hoy no se ha librado de quedar “limpio”.

Y desde Ben Johnson en las olimpiadas de Seúl `88, donde ganó el oro en los 100 metros planos pero dio positivo por estanozolol y le quitaron la medalla, pasando por Diego Armando Maradona que era un secreto a voces, pero en la Copa Mundial de EEUU `94 la efedrina, norefedrina, seudoefedrina, norseudoefedrina y metaefedrina lo delataron, al igual que la estadunidense Marion Jones, multimedallista en atletismo de Sydney 2000 y que posterior a su participación declaró haberse dopado y devolvió las medallas, nos queda la duda al aire, ¿hasta dónde le alcanzará al deporte mundial para no perder la credibilidad en la esencia pura del juego limpio, antes que la propia historia termine por arrasarlo? HABLAMOS !!!!

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