LECTURAS

NOE GUERRA PIMENTEL | Opinión | 15/04/2012

LA DEBACLE PANISTA

Víctima de sus propios errores, exactamente en el lado opuesto de donde se encontraba hace una docena de años, hoy el PAN se halla en su peor momento histórico sumido en sus propias aguas, sin los argumentos posibles que como partido lo puedan sostener en un poder que no supieron mantener y desde donde a ojos de todos se desempeñaron de manera más que mediocre, con altas dosis de torpeza y canibalismo, y, lo peor, cayendo, en lo que cierto o no, tanto le criticaron al PRI, pero con el agravante de su porfía e incompetencia.

Su primer sexenio, el “del cambio” que tanto esperanzó a muchos, divagó entre la frivolidad y la inopia, cuyos grandes sucesos se cifraron en las tonteras y ocurrencias de un ignorante funcional que todo hizo mal, desde su efímero y entreguista gobierno en el que se rodeó de traidores, ladrones e ineptos, hasta su propia sucesión ganada por el eterno fracasado que hasta ese momento fue Felipe Calderón, pasando por la abierta aspiración de Marta Sahagún, su ambiciosa consorte, quien de Presidente y “nuevo apóstol de la democracia” lo degradó a títere de sus caprichos.

Del otro caso, del que aún estamos sufriendo las consecuencias ha sido aún más grave, pues a lo anterior y al terrible deterioro en la calidad y nivel de vida de millones de mexicanos que viven en la incertidumbre, hay que sumar los inocultables 60 mil cadáveres en que a la fecha su inicialmente denominada “guerra contra el narcotráfico”, una guerra que nadie pidió, cambió a “lucha contra el crimen”, como tratando de suavizar sus efectos, para finalmente matizar, llamándola “movilización armada contra la delincuencia organizada”. Hecho por el que sin duda será recordado ese segundo sexenio del PAN en el gobierno, el que más muertes produjo, más que la propia guerra de Irak, que a la postre lo obligará a dejar el País en cuanto termine.

Todas esas causas y las más que se recuerden sumadas a lo largo de dos sexenios en los que paulatinamente han ido perdiendo lo ganado, son más que nada las que hoy por hoy obligan al PAN, no a su candidata a dejar, seguramente para siempre, la titularidad del poder ejecutivo federal según se ve, al partido que con el beneplácito de una esperanzada mayoría se lo entregó hará doce años, para que lo echaran a perder obstinados en seguir siendo esa mala oposición.

Para mal será una mujer, independientemente de quien sea, la que víctima ésta de las carencias personales y de su grupo, sumados los errores del PAN que la postula, la que verá sepultar las legítimas aspiraciones de una importante porción de electores que entre beneficiados por el nepotismo y la plutocracia interna y los naturales confundidos aún se empeñarán en votar por el “solo un milagrito” que según su primer gran irresponsable, Vicente Fox, les adelantó apenas la semana pasada, cuando reconoció que el candidato del PRI lleva todo para ganar, recuperar para el PRI la Presidencia de la República y regresar a Los Pinos.

Nada a estas alturas posibilita o hace ver que el PAN retenga la presidencia, nada que lo posibilite con una candidata en franca caída libre, ante cuya eventualidad hoy los prospectos panistas a las otras posiciones, desde las alcaldías hasta las federales, pasando por las legislaturas locales y las gubernaturas donde haya, corren el riesgo de ver, pero esta vez en su contra, el mismo efecto que los hizo ganar hace doce años, solo por llevar consigo los colores de una franquicia en debacle y tan desgastada como la del PAN.

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