ENTRE LÍNEAS

CARLOS ÁVALOS GARCÍA | Opinión | 13/01/2012

Mire aquella figura en la silla de ruedas, prácticamente era la mitad de un hombre, su Nombre Donaciano Estrada León. Mientras lo contemplaba pidiendo a cuanta persona pasaba una moneda, pensaba: “Nadie entiende a ese hombre”. Luego de observar a una persona que se acercaba de manera grosera, y prepotente a echarlo del lugar donde se encontraba por decirlo de la manera vulgar, Mendingando. Lo que me sorprendieron fueron las palabras que escuché: “Lárguese de aquí, no esté molestando a los clientes, usted nada más viene aquí a estorbar”, todo esto, luego de correr una guapa mujer más de 20 metros de distancia de donde estaba para ponerlo de patitas en la calle.

El pobre hombre lloraba lastimeramente, lleno de impotencia, unas gentes voltearon vieron la acción y movieron la cabeza negativamente pero no se atrevieron a hacer nada, dos judiciales que se encontraban desayunando cerca de ahí le echaron una mirada que si fueran puñales, la hubieran matado. Desde donde yo estaba, miré a aquella mujer a quien llegué a admirar por su belleza física y pensé: “Es como un sepulcro blanqueado”.

Mordí mis labios en ese momento, de esto que hoy relato, hacen ya muchos días. No quise escribirlo antes por no dejar que mis vísceras se reflejaran como tales, era mucho mi coraje, tanto que salí del lugar buscando comentarlo con un amigo, y del cual me llevé la segunda sorpresa, pues era partidario de la expulsión del hombre de la silla de ruedas del lugar.

Los argumentos son los que más me sorprendieron: “Estorba”, “En caso de temblor puede causar alguna muerte pues obstruye los pasillos” “Este es un lugar privado”, y mientras exponía el amigo ésta serie de argumentos su cara tomaba un tinte de rabia, al que no atinaba yo a comprender, como si se tratase de un enemigo en potencia, aquella desvalida figura.

Me voy a reservar los nombres y el lugar, solo en caso de ser necesario lo describiré con santo y seña. Mi omisión en esta misiva es por respeto a todos aquellos que son miembros de este conglomerado comercial, y que disienten con este tipo de actitudes, pero que callan, no sé si por cobardía, o porque se alguna manera tienen que seguir obligadamente conviviendo diariamente con ellos, o quizás por temor también, pues sé, que afectaría también sus intereses.

Me han insistido que escriba sobre el asunto, aquí lo plasmo. Mi sentir, mi pensar, y el de otros, que ven con desagrado e impotencia la intolerante actitud cerrada a personas que tienen capacidades diferentes.

Quiero hacer referencia a un texto bíblico, pues la persona agresora se dice estudiosa de las sagradas escrituras, invitarle a que revise Amós 5:21-25 que dice:“Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no me darán buen olor vuestras asambleas. Y si me ofreciereis vuestros holocaustos y vuestros presentes, no los recibiré; ni miraré a los sacrificios pacíficos de vuestros engordados. Quita de mí la multitud de tus cantares, que no escucharé las salmodias de tus instrumentos. Antes corra el juicio como las aguas, y la justicia como impetuoso arroyo”.

De esta forma: Dios le Dios le dijo a los israelitas a través de Amós que aborrecía esta manera de pensar. No quería las ofrendas, no quería las bestias. Solo deseaba que la justicia, la moralidad y el buen juicio, al igual que las aguas del río, fluyeran todo el año. Esta es una declaración importante, pues debes ser humano con las demás personas antes de sacrificar y pensar que estás perdonado o, lo que es peor, que Dios ama esta hipocresía.

CONTINÚA...