BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 07/10/2019

¿JUSTICIA, VENGANZA O SIMULACIÓN?

Hay una gran diferencia entre la justicia y la venganza. La primera obedece a las leyes y la segunda responde a los intereses vindicativos, espurios y ajenos al fortalecimiento del estado de derecho.

Para consolidar en los hechos y plasmarla en la realidad la narrativa de la 4T, es indispensable la justicia. Lamentablemente, los hechos, la manera de actuar de la nueva clase política, se acerca más a la vil venganza que a la cristalización ideal de un estado de derecho. Se está haciendo, precisamente, lo que tanto criticaron.

Primero el caso de la ex titular de la Sedesol y Sedatu, Rosario Robles Berlanga, quien está en prisión por un delito menor, a pesar del evidente conflicto de intereses del juez que la recluyó y de que el ministerio público entregó documentación apócrifa para encarcelarla.

No se trata de protegerla ni defenderla ante las acusaciones, sino de realmente entablar un proceso legal, justo y que lleve realmente a hacer justicia. Pero este no es el caso: ni siquiera es acusada por actos de corrupción, sino por una omisión al presuntamente no informar al entonces presidente Peña Nieto de las observaciones que hizo la Auditoría Superior de la Federación, en probables desvíos de recursos y actos que dañaron la hacienda pública federal.

¿Cómo hacer justicia si desde el mismo proceso contra esta ex funcionaria se cometen irregularidades, como la falsificación de una licencia presentada por el ministerio público y el evidente conflicto de intereses del juez que dictaminó su prisión preventiva, sobrino de una enconada enemiga política de la acusada?

Recientemente, la renuncia del ex ministro Eduardo Medina también focaliza la atención pública en la manera de hacer las cosas en los tiempos de la 4T. El periodista Carlos Loret de Mola, en su columna de El Universal, expuso que la renuncia del ex ministro se debió a la presión que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador, por los supuestos actos de corrupción en los que incurrió en los últimos dos sexenios.

Palabras más, palabras menos, desde la élite del ejecutivo se le conminó a Eduardo Medina Mora para que renunciara. De acuerdo a Loret, se le dijo: o renuncias a tu asiento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación o los procesos que se han abierto en la Unidad de Inteligencia Financiera y la Fiscalía General de la República (FGR) conducirán a tu encarcelamiento y al de tus hermanos.

Eso explicaría la razón por la cual el ex ministro raudamente renunció a su cargo, mismo que todavía podía ejercer en más de una década. ¿Por qué renunciar sin justificar su salida? Lo anterior es un suicidio mediático, pues queda como culpable ante la opinión pública: ¿por qué renunciar si es inocente?

Ahora bien, si hay una investigación en su contra, el gobierno de López Obrador debe impulsar las denuncias y permitir que la FGR culmine las investigaciones y deslinde responsabilidades. Si hubo actos de corrupción, el ex ministro debe ser castigado, independientemente de que ya haya renunciado.

De lo contrario, de optar por el olvido y dejar las cosas así, sin ninguna acción que esclarezca realmente si hubo actos de corrupción realmente, entonces se estaría confirmando la versión de Loret y quedaría demostrado, ante todos, la injerencia del presidente Andrés Manuel en el poder judicial y la utilización facciosa de las instituciones, con fines meramente partidistas y de intereses personales.

Se vería la burda actuación del ejecutivo por quitar a un ministro incómodo, cercano al otro régimen y buscar llenar su vacante con otro perfil más cercano al presidente, lo que le permitirá tener ministros incondicionales a su causa. ¿Hablamos de justicia, venganza o simplemente una simulación?

DOS PUNTOS

Están pendiente las grandes reformas, como la de justicia y la educativa. No se puede sostener un gobierno, los próximos cinco años, sólo por el voluntarismo del presidente.