BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 05/09/2019

CREAR UN CONFLICTO POLÍTICO

El caso Visfocri refleja claramente el talante de nuestra clase política, cuyos integrantes anteponen los intereses partidistas al bienestar colectivo, impidiendo el adecuado funcionamiento de nuestras instituciones.

De entrada, la designación de quien sería el nuevo titular de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) no debió haberse entorpecido si, desde un principio, se hubieran priorizado y ponderado aquellas actitudes, virtudes y características esenciales en un defensor de derechos humanos.

No habría diferencias, en ese supuesto, porque todos coincidirían en las virtudes y talentos necesarios para desempeñar esta función, como la honorabilidad, sentido de justicia, entre otras actitudes indispensables para un cargo de este tipo. ¿Acaso no ponderamos, en un atleta, la disciplina, la buena condición física y se perseverancia?

Desafortunadamente, las y los diputados no ponderaron estos elementos positivos, sino que prevalecieron los intereses partidistas, de grupo, y ese sesgo fue lo que generó el incordio entre los legisladores.

De entrada, no se generó una terna con los primeros lugares y los mejores evaluados por parte del comité ciudadano, quienes obtuvieron la puntuación de 100 o los más cercanos esta calificación de excelencia. Los legisladores, con total opacidad, no precisaron la manera en que evaluaron, y vaya que tomaron en consideración otros aspectos, inconfesables estos mismos.

¿Para qué invitar a un comité ciudadano a que evalúe, con parámetros claros, los perfiles más idóneos, si al final de cuentas este trabajo de evaluación no es considerado por los legisladores? Queda claro, pues, que con esta participación no se buscaba definir los mejores perfiles, sino legitimar una decisión ya tomada con mucha antelación.

Lo que realmente tomaron en cuenta los legisladores de Morena, PAN, MC y compañía que apoyó la candidatura de Adriana Ruiz Visfocri no eran las virtudes y talentos para desempeñarse como defensora de los derechos humanos, sino su animadversión a un partido político y su uso faccioso de las instituciones, como lo hizo en el pasado. Y así lo reconocieron varios legisladores, quienes manifestaron su apoyo a Visfocri por su antagonismo al PRI.

El uso de las instituciones públicas, con fines facciosos, es contraproducente y viola principios legales, constitucionales y democráticos. Y la misma Visfocri lo sabe, pues fue destituida, como consejera electoral del IEE, precisamente por no garantizar el principio de equidad, y recordemos, incluso, que años antes, en el 2004, se le inició un juicio político por parte del congreso local, en términos del artículo 15 de la Ley Estatal de Responsabilidades de los Servidores Públicos.

¿Estos antecedentes no ameritaban, conforme al criterio de los legisladores, la condición de ilegibilidad de Visfocri por incumplir con el concepto de honorabilidad? Estamos hablando de un juicio político en su contra y de la destitución de un órgano electoral local por no garantizar la imparcialidad y equidad de los procesos. O a los 16 legisladores no les importa eso o, precisamente, por eso la apoyan.

Consecuentemente, esta crisis política en el legislativo local no es una cuestión heredada, sino propiciada por los mismos legisladores, quienes no pueden coincidir –ni se pondrán de acuerdo-- porque no están ponderando virtudes ni cualidades, no buscan siquiera a quien podría hacer el mejor trabajo, sino al que funcionaría de acuerdo a intereses de grupo y cuyo trabajo, por ende, sería faccioso.

Dos puntos

El agandalle de los legisladores de Morena generó toda una crisis política, también, al interior del congreso de la unión. Tuvo que salir el presidente a regañarlos y decirles, en pocas palabras, que tuvieran más vergüenza y respetaran los acuerdos, así como la ley misma. Ese entendido, dejaron sus ambiciones y cedieron la mesa directiva a los panistas, la cual les correspondía por los estatutos y las leyes internas de la cámara alta.