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BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 06/08/2019

EL DISCURSO DEL ODIO


Los crímenes nefastos como el ocurrido en un centro comercial de El Paso, en Estados Unidos, Texas, donde murieron 24 personas –ocho de ellas connacionales-y resultaron heridas más de 250 víctimas, no son hechos fortuitos, productos de la fatalidad, como un rayo caído del cielo, sino que tienen una causalidad, una clara correlación con el discurso de odio, en este caso el nutrido desde la Casa Blanca.
A las palabras le siguen las acciones. Al discurso de odio de la Alemania Nazi le siguieron los ataques contra la comunidad judía y luego, más sistematizado, los campos de concentración para culminar con el exterminio de cientos de miles de seres humanos. De ahí la importancia de no minimizar el discurso de odio auspiciado desde las altas esferas del poder.
El presidente Donald Trump y sus medios afines, como Fox News y otros portales de ultraderecha, utilizan constantemente la palabra “invasión” al referirse al tema migratorio. “Asesinos”, “violadores”, “criminales”, son algunos de los adjetivos que el presidente Trump endilga a los migrantes, especialmente a los mexicanos, ante el silencio sepulcral del gobierno de AMLO.  
Al discurso xenófobo de Trump le siguió la política antimigratoria de separar familias y encerrar migrantes en verdaderos centros de concentración, donde menores de edad, bebés incluso, son aislados de sus padres y madres, como en otrora Auschwitz; algunos de estas niñas y niños han muerto por la negligencia y abandono de la autoridad estadounidense.
Por eso, todo este odio y racismo, en un contexto de alta polarización política, propician el surgimiento de “iluminados” como Patrick Crusius, quien condujo más de nueve horas desde Allen hasta llegar a El Paso, donde perpetró el más letal de los 250 tiroteos múltiples producidos en lo que va del año en Estados Unidos.
A las 10:20, veinte minutos antes de que los servicios de emergencia recibieran la primera llamada de alerta sobre la masacre, en un foro de internet de ultraderecha se publicaba un manifiesto en el que se anunciaba un ataque en respuesta “a la invasión hispana de Texas”.
Este mismo discurso de odio y xenofobia es el que llevó a otro “iluminado” de la supremacía blanca a matar a más de 51 personas en un ataque contra la comunidad islámica en Christchurch, Nueva Zelanda, cuyo perpetrador grabó toda la masacre en su GoPro para luego subir el video al internet
Partimos de la legitimación de la violencia en el discurso oficial y luego vemos acciones, desde el mismo gobierno, que respaldan esta visión estereotipada de la realidad, llena de odios y fobias. Por eso lo de El Paso le debería servir de lección también al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde las plataformas de gobierno descalifica, insulta y genera odio, animadversión de sus seguidores hacia todos aquellos que no coinciden con el presidente.
 “Si se pasan, ya saben lo que les pasa”, amagó en una ocasión contra la prensa en un país donde el periodismo es la profesión más peligrosa, donde han asesinado a 14 periodistas en los ocho meses de su gobierno. Ningún presidente, en la historia moderna de nuestro país, había expresado algo por el estilo: una frase tan equívoca como perversa.
Y es que para el presidente Andrés Manuel no todos son mexicanos; algunos son malos mexicanos, fifís, conservadores, enemigos de la cuarta transformación. Son sus adversarios. Todo ese discurso, todos esos adjetivos, toda esa polarización es caldo de cultivo para el surgimiento de un Patrick Crusius mexicano.
Sólo falta eso: un fanático que se tome muy en serio el discurso del presidente y se enfrente contra sus adversarios, los fifís, los conservadores, los malos mexicanos que no quieren a la patria. ¿Qué haría el presidente si se llegara a registrar un tiroteo en un Tecnológico de Monterrey, ITESO o cualquier otro lugar donde haya fifís? ¿Qué si se empieza a secuestrar y asesinar empresarios, a dinamitar emporios o cualquier otro símbolo que represente el conservadurismo en México?
Dos puntos
Ya es hora de que el presidente Andrés Manuel le baje tres rayitas a su discurso de odio, de insultos y polarización. Que deje de soliviantar a las masas. Así como guarda silencio y no insulta a Donald Trump, Andrés Manuel también debería de respetar y no insultar a los mexicanos que no coinciden con su punto de vista. Ya hay mucha violencia en México como para seguir generando odio desde el discurso oficial. Que no le pase lo de a Trump. Que no nos pase a nosotros lo de Estados Unidos.

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