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PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 18/07/2019

CLAUDIA YÁÑEZ VS INDIRA VIZCAÍNO

A Morena-Colima no le ha ido muy bien en los últimos días, tampoco a Morena Nacional, pues el camino para elegir al nuevo presidente del movimiento está dividiendo y contrariando a sus militantes. En Colima, para mal de la sociedad, Morena empezó mal y, salvo contados morenistas, va cada día peor: crece el desprestigio de los legisladores locales morenistas (que no le cumplieron sus promesas de campaña a la sociedad), se incrementa el desencanto de los ediles municipales (el caso del alcalde armeritense ha resultado más bochornoso de lo imaginable y ahora solo falta que se diga que la esposa se golpeó sola), algunos legisladores federales no han sido afortunados en sus intervenciones (muy criticada fue, por ejemplo, la intervención de la senadora Gricelda Valencia en el caso del edil armeritense), y, por si lo anterior fuera poco, hace unos días la diputada federal Claudia Yáñez evidenció desaseo en los programas sociales que lleva la delegada Indira Vízcaíno. El desaguisado entre estas dos morenistas de peso incendió las redes y causó dura polémica, tanto que ocupó la primera plana en varios medios de comunicación. La respuesta de Indira Vizcaíno a las declaraciones (reclamos) de la diputada Claudia Yáñez no se hizo esperar y, palabras más palabras menos, le contestó básicamente que todo estaba bien con la entrega de los programas sociales y que si tenía alguna duda acudiera a la delegación a darles seguimiento. Al terminar su respuesta, Indira Vizcaíno cerró con el hashtag: “#abrazosnobalazos”, lo que podría interpretarse como un para qué quiero enemigos de otros partidos si tengo estos “amigos” en el mío propio. Obviamente, los indiristas se le dejaron ir a la yugular a Claudia Yáñez e incluso hubo una tendencia en los medios (muchos de los cuales, curiosamente, son también simpatizantes nachoperaltistas) en contra de la diputada federal, para crear la impresión de que sus declaraciones sólo eran parte de la batalla natural que se empezará a librar por la candidatura a la gubernatura de 2021 (esa guerra sucia que se genera previa a la definición de candidaturas) y no parte de una problemática real en los programas sociales o asistenciales que da el gobierno federal a la ciudadanía colimense, vía la delegada Indira Vizcaíno. Lo cierto es que quien hurgue en las redes sociales podrá darse cuenta que existe un desaseo en la entrega de estos apoyos y en la forma en que se ha censado a la población, y de todo esto es responsable la propia Indira Vizcaíno. A mi propio correo electrónico y redes sociales han llegado testimonios de personas cuyos hijos estudiantes no han recibido el apoyo debidamente y no tienen claro lo que está sucediendo, esta confusión es muy reprochable pues se trata de dinero público (de dinero la sociedad) y no de recursos privados. Aunado a esto, los señalamientos de corrupción generados en comunidades como Suchitlán o Coquimatlán dentro del programa de Jóvenes Construyendo el Futuro genera igual desconfianza, ya que hay reclamos de los propios integrantes de este programa en el sentido de que les han recogido las tarjetas de 3,600 pesos y sólo les han dado a cambio 600 pesos, como pago para que no tengan que cumplir con la labor encomendada dentro del programa. Nadie sabe qué se hace con el resto del dinero. La misma confusión se está dando en muchos sectores de adultos mayores, que tampoco resultaron parte del beneficio. Si fueron o no censados a tiempo o destiempo, esa no es culpa de ellos sino de los responsables de organizar y llevar a cabo los censos debidamente. No estoy diciendo (¡ojo!) que Indira Vizcaíno esté aprovechándose de este desaseo para sacar provecho del mismo ni mucho menos que lo hace deliberadamente con fines políticos o electorales, estoy nada más diciendo que en el ambiente existen muchos reclamos reales de que un número significativo de ciudadanos no han recibido el apoyo o lo han recibido parcialmente y esto genera mucha desconfianza social, con lo cual me parece pertinente que alguien cumpla la función de abogado del diablo (aunque sea dentro del propio partido, como en el caso de la diputada Claudia Yáñez) a fin de que no paguen justos por pecadores con todo este embrollo, no vaya a ser que todo ese recurso que no se entrega vaya a dar a proyectos políticos personales y no al bienestar social, como debe ser. 

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