POR: Balvanero Balderrama García
LA NIÑEZ
A las niñas y los niños hoy se les festeja en nuestro país; esto es desde 1924, fecha propuesta por José Vasconcelos –fundador de la Secretaría de Educación, por dar un dato biográfico-, desde mi punto de vista, un buen padrinazgo.
Inocencia, desinterés, juego, sociabilidad, integración, inclusión, estudio, familia, hogar, protección… cuánto se le atribuye a esta etapa etaria. Sin embargo, su realidad es variopinta.
El INEGI difundió información a propósito de esta efeméride, incluye también a la adolescencia y representan el 30.1% del total de la población –datos tomados de la ENOE IV/2018-. Tres de cada 10 personas en México tienen 17 años o menos. Niñas y niños de 0 a los 12 años sumaban 24.7 millones.
La institución que ofrece la información oficial, nos indica distintos datos. Uno de ellos tiene que ver con el embarazo adolescente; señala que el 9.6 por ciento de las adolescentes de 15 a 17 años habían estado embarazadas al menos una vez (ENADID 2014). Revisando los registros administrativos vitales, encontramos para el estado de Colima niñas que son madres. Por ejemplo, niñas de 13 años que tuvieron un parto en la entidad del 2013 al 2017: en el 2013 fueron 4; en el 2014 se registraron 6; 9 en el 2015; 6 en el 2016; y 4 en el 2017. Sólo por complementar el dato, los padres se registraron con las siguientes edades: 17, 19, 20 y 27 años. En el país, en el 2017 hubo 1,530 niñas de 13 años que tuvieron un parto.
En lo que se refiere al denominado trabajo infantil, en Colima para el año 2017, de la población entre 5 y 17 años se contabilizó un total de 30 mil 562 (Módulo de Trabajo Infantil 2017) con actividad laboral. Del universo anterior, 18 mil 942 se encontraban desempeñándose en ocupaciones no permitidas; el 73% asistía a la escuela y el 27 por ciento no lo hacía.
La CNDH en su página web señala los derechos humanos para las niñas, niños y adolescentes: a la identidad, a vivir en familia, a la igualdad sustantiva, a no ser discriminado, a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral, a una vida libre de violencia y a la integridad personal, a la educación, al descanso y al esparcimiento, por mencionar algunos.
Estos derechos se enuncian para las y los niños, pero somos las y los adultos quienes debemos garantizar su cumplimiento. Como vimos, hay quienes viven en situaciones muy precarias, la pobreza es una de ellas; también hay quienes tienen mejores ambientes para su desarrollo. Un abrazo, una sonrisa, atención, paciencia, respeto, educación de calidad, reconocimiento y mucho amor, harán generaciones futuras mejores a la nuestra, las necesitamos.
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